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29 de agosto de 2025 a las 09:10

Senado a puñetazos: ¿qué pasó?

La desilusión me carcome, amigos, como polilla en un sarape de Saltillo. Y no, no es por la nueva residencia tepozteca del camarada Noroña. Al contrario, ¡qué gusto que el compañero presidente del Senado, tras años de lucha contra la pobreza, pueda disfrutar de las mieles del éxito inmobiliario! Doce millones por mil doscientos metros en Tepoztlán no los consigue cualquiera. ¡Chapó! Un aplauso para su perspicacia en los negocios, un talento que ya quisieran muchos "bodoques".

Tampoco me perturba su gusto decorativo, aunque confieso, con la mano en el corazón, que el veneno de Occidente me ha infectado con una predilección por el minimalismo escandinavo. Pero no se preocupen, me comprometo públicamente a abrazar la artesanía nacional. Visualicen mi casa, que es la de ustedes, transformada en un vibrante tianguis artesanal del Templo Mayor: una explosión de colores y texturas, con cajitas de Olinalá, sarapes de Saltillo, calendarios aztecas y huipiles yucas en perfecta armonía. ¡Un pastiche glorioso!

Mi desilusión, ay, viene de otro lado. De la inesperada fragilidad pugilística del que creíamos un jaguar de las trincheras urbanas, un guerrero águila del piquete de huelga, un ablandador de granaderos. Me equivoqué, y las pruebas son irrefutables. ¿Será que me cegó su masculinidad desbordada al enfrentar a las legisladoras de la oposición? ¿O su furia revolucionaria al increpar a Azucena Uresti? ¿O quizás erré al interpretar su confrontación con el abogado, pensando que su pedagogía maoísta -arrebatarle el celular- era una forma de contener sus puños de hierro?

La gota que derramó el vaso, la puntilla en el corazón, fue la infausta sesión del Senado. El reto a Döring, un "tiro" en el patio, preludiaba el desastre. Lo vieron, ¿no? La discusión con Alito, los manoteos… ¡y lo revolcaron! Para atrás con el primer empujón, para atrás con el segundo. Ni un esquive, ni una finta. Dolores Padierna y el camarada de verde con la cámara (que también voló por los aires) intentaron defenderlo, pero el martillazo de un priista grandote lo desencuadernó. Si no se hubiera caído en la retirada, habría llegado caminando de espaldas hasta Tepoztlán.

Adiós, jaguar; adiós, guerrero águila. Como diría el gran Mao, resultó ser un tigre de papel. La 4T, en su lucha contra las mujeres que no abrazan al Cuau y las insoportables buenas maneras de la burguesía, necesita un nuevo paladín. Uno de verdad. Uno que no se desplome como soufflé ante el primer empujón. La búsqueda continúa.

Fuente: El Heraldo de México