
29 de agosto de 2025 a las 09:10
Redescubre la magia perdida
Cuarenta años han pasado desde que Alan Riding, con la mirada curiosa y analítica de un extranjero, diseccionara el alma mexicana en Vecinos distantes. Cuatro décadas que, vistas en retrospectiva, parecen un caleidoscopio de transformaciones truncadas, de avances y retrocesos en una danza incesante alrededor de la modernidad. El México de 1985, convulsionado por la crisis económica y la tensión con Estados Unidos tras el asesinato de Kiki Camarena, se asomaba tímidamente a la globalización, mientras un terremoto literal y metafórico sacudía sus cimientos. Riding capturó esa dualidad, ese forcejeo entre la aspiración de un futuro cosmopolita y el arraigo a una identidad profundamente enraizada en la tradición.
Releer a Riding en 2025 es como contemplar un espejo que refleja no solo el pasado, sino también las inquietudes del presente. La "fallida inserción en la modernidad" que Jorge Castañeda señala en el prólogo de la nueva edición, resuena con una fuerza inusitada. El "afán modernizador" de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, cada uno con su propia impronta, parece haber sido un espejismo. Un espejismo que se desvanece ante el retorno a un nacionalismo reivindicativo, encarnado en la figura de López Obrador y la consolidación de su proyecto político con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia.
¿Es acaso la modernidad una camisa de fuerza que no se ajusta a la idiosincrasia mexicana? Riding planteaba ya en 1985 la paradoja de una modernización impulsada por una minoría “norteamericanizada”, en contraste con una mexicanidad auténtica que parecía resistirse a la transformación. Esa tensión, lejos de disiparse, se ha agudizado con el tiempo. La cancelación del aeropuerto de Texcoco, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas… Proyectos emblemáticos de la actual administración que, más allá de su viabilidad económica o ambiental, se erigen como símbolos de una reafirmación identitaria, de una vuelta a las raíces.
El levantamiento zapatista de 1994, coincidiendo con la entrada en vigor del TLCAN, se convirtió en la imagen icónica de esa resistencia a la globalización. Hoy, la narrativa oficial retoma esa bandera, presentando la soberanía nacional como un antídoto a las imposiciones del "neoliberalismo". Pero, ¿es posible aislarse del mundo en un contexto globalizado? ¿Es la autarquía una opción viable en el siglo XXI? Las preguntas que Riding formulaba hace cuatro décadas siguen sin respuesta definitiva.
La distancia entre México y Estados Unidos, esa distancia que Riding describía como una característica definitoria de la relación bilateral, persiste. La necesidad de comprender a México, de descifrar sus claves culturales y políticas, sigue siendo un imperativo para Estados Unidos, no solo por razones de vecindad, sino también por cuestiones de seguridad nacional y estabilidad regional. La perseverancia de Riding en su empeño por tender puentes de entendimiento a través del análisis y la reflexión resulta, por lo tanto, más valiosa que nunca. Su obra, Vecinos distantes, se convierte así en una lectura indispensable para quienes buscan comprender las complejidades de un país que se debate entre la tradición y la modernidad, entre la apertura al mundo y el repliegue hacia sí mismo. Un país que, a pesar de las transformaciones, sigue siendo un enigma fascinante para propios y extraños.
Fuente: El Heraldo de México