
Inicio > Noticias > Medio Ambiente
29 de agosto de 2025 a las 07:50
Océanos ácidos: ¿Adiós a los dientes de tiburón?
La acidificación de nuestros océanos, una amenaza silenciosa que se intensifica con cada tonelada de CO2 liberada a la atmósfera, está dejando una huella devastadora en la vida marina. Un reciente estudio publicado en "Frontiers in Marine Science" arroja luz sobre un efecto particularmente alarmante: la degradación de los dientes de los tiburones. Estos depredadores ápice, esenciales para el equilibrio de los ecosistemas marinos, ven comprometida su principal herramienta de caza por la creciente acidez del agua.
Imaginen un océano donde los cazadores más formidables pierden su filo. La investigación, liderada por la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf, Alemania, revela un panorama preocupante. Los dientes de los tiburones, sometidos a un pH cada vez más bajo, presentan grietas, corrosión y un deterioro estructural generalizado. Estas estructuras, normalmente robustas y diseñadas para desgarrar y triturar, se vuelven frágiles y vulnerables, poniendo en jaque la capacidad de estos animales para alimentarse y sobrevivir.
Sebastian Fraune, coautor del estudio, describe los hallazgos con crudeza: "Observamos daños visibles en la superficie, como grietas y agujeros, un aumento de la corrosión de las raíces y una degradación estructural significativa". Estas palabras pintan un cuadro vívido del daño que la acidificación oceánica inflige a estas criaturas. No se trata de una amenaza futura, sino de una realidad palpable que ya está afectando a los tiburones y, por extensión, a todo el ecosistema marino.
La raíz del problema reside en nuestras emisiones de dióxido de carbono. La quema de combustibles fósiles, la deforestación y otras actividades humanas liberan enormes cantidades de CO2 a la atmósfera. Los océanos absorben una parte significativa de este gas, lo que desencadena una reacción química que disminuye el pH del agua, haciéndola más ácida. El pH actual del océano, alrededor de 8.1, podría descender a 7.3 para el año 2300, según las proyecciones científicas. Esto representa un aumento en la acidez casi diez veces superior al actual, un cambio drástico con consecuencias potencialmente catastróficas.
Si bien el estudio se centra en los tiburones, la acidificación oceánica afecta a una amplia gama de especies marinas. Corales, moluscos y crustáceos, organismos que construyen sus esqueletos y caparazones con carbonato de calcio, son particularmente vulnerables a la disminución del pH. La acidificación dificulta la formación y el mantenimiento de estas estructuras, poniendo en peligro su supervivencia y la de las especies que dependen de ellos.
La situación es crítica, pero no irreversible. Reducir nuestras emisiones de CO2 es crucial para frenar la acidificación oceánica y proteger la vida marina. La transición hacia energías renovables, la mejora de la eficiencia energética y la adopción de prácticas sostenibles son medidas esenciales para mitigar este problema. El futuro de nuestros océanos, y de las especies que los habitan, depende de nuestra capacidad para actuar con decisión y responsabilidad. No podemos permitir que la amenaza silenciosa de la acidificación oceánica continúe erosionando la vida marina y el equilibrio de nuestro planeta.
Fuente: El Heraldo de México