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29 de agosto de 2025 a las 18:05
Justicia para la pequeña bailarina
La tragedia ocurrida en la Glorieta de La Luna, en Cuernavaca, Morelos, ha conmocionado a la sociedad y ha puesto sobre la mesa una serie de problemáticas que aquejan a nuestro país. La muerte de una niña de tan solo dos años, atropellada mientras, presuntamente, bailaba en el cruce para obtener algunas monedas junto a su tía, nos obliga a reflexionar sobre la vulnerabilidad de la infancia y la necesidad de fortalecer las redes de protección para los menores.
El video que circula en redes sociales, donde se ve a la pequeña con un vestido rojo bailando entre los coches, es un testimonio desgarrador de la precariedad en la que vivía. Si bien las autoridades investigan si la tía obligaba a la niña a pedir dinero, lo cual configuraría un delito de mendicidad forzada y explotación infantil, la simple imagen de una menor expuesta a los peligros del tráfico para subsistir es suficiente para comprender la gravedad de la situación. Este caso, lamentablemente, no es aislado. La pobreza y la falta de oportunidades empujan a muchas familias a situaciones desesperadas, donde los niños se ven obligados a trabajar en la calle, expuestos a riesgos como accidentes, abusos y explotación.
La tía de la niña, quien quedó a su cargo tras el presunto abandono de la madre, se encuentra declarando ante el Ministerio Público. Si bien las autoridades han aclarado que no está detenida, sino testificando, la investigación debe determinar si existió omisión de cuidados y si la menor estaba siendo obligada a pedir limosna. La presencia de un intérprete, debido a la pertenencia de la mujer a una etnia, subraya la importancia de garantizar el debido proceso y el respeto a los derechos de todas las personas, independientemente de su origen.
Más allá de las responsabilidades legales, este caso nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad social que tenemos como ciudadanos. ¿Cuántos de nosotros hemos visto a niños trabajando en las calles y hemos mirado hacia otro lado? La indiferencia y la normalización de estas situaciones contribuyen a perpetuar la vulnerabilidad de la infancia. Es necesario que como sociedad exijamos políticas públicas que garanticen el acceso a la educación, la salud y la protección de los niños, y que nos involucremos activamente en la construcción de un entorno más seguro y justo para ellos.
La mendicidad forzada, como lo señala la Secretaría de Gobernación, es una forma de esclavitud moderna que atenta contra la dignidad humana. Obligar a un niño a pedir dinero, exponiéndolo a la humillación y al peligro, es un acto criminal que debe ser combatido con firmeza. Este caso debe servir como un llamado de atención para fortalecer las estrategias de prevención y atención a la trata de personas, y para garantizar que ningún niño tenga que vivir en la calle, expuesto a la explotación y al abuso.
La Fiscalía Regional Metropolitana ha asegurado que agotará todas las líneas de investigación. Esperamos que se esclarezcan los hechos y se haga justicia. Pero más allá de la resolución judicial, la verdadera justicia será construir una sociedad donde ningún niño tenga que bailar entre los coches para sobrevivir, una sociedad donde la infancia sea protegida y valorada como se merece. La memoria de esta pequeña de dos años debe ser un recordatorio constante de la necesidad de trabajar por un futuro mejor para todos los niños de México.
Fuente: El Heraldo de México