
Inicio > Noticias > Transporte Público
29 de agosto de 2025 a las 16:40
Incendio en L3: Última hora
La odisea diaria en el subterráneo capitalino continúa. Mientras el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro pinta un panorama de relativa normalidad, la realidad que se vive en los andenes y vagones de la Línea 3 dista mucho de ser la ideal. El reporte oficial habla de “alta afluencia” y el envío de trenes vacíos a las estaciones más concurridas, un eufemismo que apenas maquilla la verdadera situación: retrasos que superan con creces los 7 minutos oficiales, andenes a reventar y usuarios al borde de la asfixia.
La voz de la gente, amplificada por las redes sociales, contradice la versión oficial. Los testimonios se multiplican, relatando esperas de hasta 10 minutos, un tiempo que en la vorágine citadina se traduce en llegadas tarde al trabajo, citas perdidas y la creciente frustración de miles de personas que dependen del Metro para su movilidad. Guerrero, una de las estaciones neurálgicas de la Línea 3, se convierte en un hervidero de gente impaciente, una postal recurrente en las horas pico que pone en evidencia la fragilidad del sistema ante la demanda.
Las quejas no se limitan a la lentitud del servicio. La saturación extrema comienza a pasar factura a la propia infraestructura. Reportes de puertas que se niegan a abrir o cerrar se suman a la lista de problemas, incrementando la sensación de caos y poniendo en riesgo la seguridad de los usuarios. El caso del vagón 2032, con su puerta trasera trabada, es solo la punta del iceberg, un síntoma de un sistema que parece estar al límite de su capacidad.
¿Qué hay detrás de estos constantes contratiempos en la Línea 3? Mientras el STC Metro se limita a "compartir la información con el área operativa", la ciudadanía exige respuestas concretas. ¿Se trata de un simple problema de afluencia, o hay fallas técnicas no reveladas que agravan la situación? La falta de transparencia alimenta la incertidumbre y la desconfianza en un servicio esencial para la vida de la ciudad.
Mientras tanto, en las demás líneas la situación parece ser más estable, con tiempos de espera que oscilan entre los 5 y 6 minutos. Sin embargo, la experiencia en la Línea 3 arroja una sombra de duda sobre la eficiencia general del sistema. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que la “alta afluencia” se convierta en la norma en otras líneas? ¿Está el Metro preparado para afrontar el crecimiento constante de la demanda? Estas son preguntas que exigen respuestas urgentes, no solo por parte de las autoridades, sino también de la sociedad en su conjunto. El futuro del transporte público en la Ciudad de México depende de ello. La movilidad no puede ser un privilegio, sino un derecho garantizado para todos.
Fuente: El Heraldo de México