
29 de agosto de 2025 a las 09:35
Domina el Arte del Litigio
La escena en el Senado fue, sin duda, dantesca. Un espectáculo bochornoso que dejó a más de uno con la boca abierta. Empujones, manotazos, gritos… un circo romano disfrazado de sesión legislativa. Y en el centro de todo, Gerardo Fernández Noroña, quien ahora, curiosamente, se presenta como la víctima. ¿Víctima? Difícil de creer para quienes hemos seguido su trayectoria, plagada de insultos, agresiones y provocaciones. Un historial que se ha intensificado durante su presidencia en la Mesa Directiva del Senado. Un cargo que, en lugar de utilizarlo para el beneficio común, parece haberlo empleado como plataforma para silenciar a la oposición, repartir groserías y favorecer a su grupo político. Recordemos sus palabras a la senadora Lilly Téllez: "no tiene derecho a hablar". ¿Dónde queda la libertad de expresión que tanto defienden? ¿Dónde queda el respeto que se debe a cada uno de los representantes del pueblo?
Pero la farsa no termina ahí. El "hombre de verde", Emiliano González, presentado como un herido de gravedad con collarín y vendajes, minutos antes caminaba por el pleno sin ninguna dificultad. Una actuación burda que pretende desviar la atención del verdadero problema: la opulencia y las contradicciones de Noroña.
Porque mientras pregona la "justa medianía" y critica a quienes considera ricos, él mismo disfruta de una vida de millonario. Una casa de descanso en Tepoztlán de 12 millones de pesos, dos vehículos de lujo, viajes en primera clase a Europa dos o tres veces al año… Un estilo de vida que contrasta radicalmente con la austeridad que predica. Y la pregunta que todos nos hacemos es: ¿de dónde sale el dinero? Sus ingresos como senador y youtuber, según sus propias declaraciones, no alcanzan para justificar semejante derroche. Habla de un crédito personal, pero no explica quién le prestó el dinero. ¿Será que la transparencia y la rendición de cuentas no aplican para él?
Recordemos sus inicios, cuando en 2012 decía no tener trabajo y remataba sus libros para comer. Incluso confesaba orinar en gasolineras para evitar pagar 7 pesos por usar el baño. ¿Qué ha cambiado desde entonces? ¿Cómo ha logrado amasar semejante fortuna en tan poco tiempo? La respuesta, lamentablemente, se pierde en un mar de contradicciones e hipocresía.
El problema no son los viajes ni las propiedades en sí, sino la incongruencia entre su discurso y su realidad. La falta de transparencia y la evidente mentira que lo retratan de cuerpo entero. Noroña nos debe una explicación. No podemos permitir que el zafarrancho del Senado y su papel de víctima nos distraigan de lo verdaderamente importante: la necesidad de que rinda cuentas sobre su enriquecimiento inexplicable. Un enriquecimiento que, a la luz de los hechos, plantea serias dudas sobre su honestidad y su compromiso con los principios que dice defender. La ciudadanía merece saber la verdad. Merece saber de dónde proviene el dinero que sustenta el lujoso estilo de vida de quien se presenta como defensor del pueblo.
Fuente: El Heraldo de México