
29 de agosto de 2025 a las 04:10
Capturan a presunto feminicida en CDMX
La sombra de la violencia machista vuelve a cernirse sobre la Ciudad de México. La detención de Eriberto "N", en relación al feminicidio de una joven cuyo cuerpo fue hallado en un ducto de aguas negras en Iztapalapa, conmociona a la sociedad y reabre las heridas de una problemática profundamente arraigada. La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ) ha actuado con celeridad, logrando la aprehensión del sospechoso en la colonia Juárez, un barrio que contrasta drásticamente con la crudeza del escenario donde se encontró a la víctima. Este hecho nos obliga a reflexionar, una vez más, sobre la vulnerabilidad de las mujeres en nuestro entorno y la urgente necesidad de erradicar la violencia de género.
La información recabada por la Fiscalía apunta a una historia de violencia previa. Las discusiones y comportamientos agresivos reportados días antes del feminicidio dibujan un patrón preocupante, un preludio trágico que, lamentablemente, se repite con demasiada frecuencia en casos similares. Es fundamental que, como sociedad, prestemos atención a estas señales de alerta, que no normalicemos la violencia y que actuemos con prontitud para proteger a las posibles víctimas. El silencio cómplice solo perpetúa el ciclo de la violencia.
La detención de Eriberto "N" representa un paso importante en la búsqueda de justicia para la joven fallecida y su familia. Sin embargo, es solo el comienzo de un proceso judicial que debe ser llevado a cabo con la mayor transparencia y rigor. La presunción de inocencia, un principio fundamental de nuestro sistema legal, debe ser respetada escrupulosamente. Al mismo tiempo, es crucial que se realice una investigación exhaustiva que permita esclarecer los hechos y que se aplique todo el peso de la ley en caso de que se determine la culpabilidad del detenido.
Este caso nos recuerda la importancia de la prevención y la educación como herramientas fundamentales en la lucha contra la violencia de género. Debemos fomentar una cultura de respeto e igualdad desde la infancia, educando a las nuevas generaciones en valores que rechacen cualquier forma de violencia contra las mujeres. Asimismo, es esencial fortalecer las redes de apoyo para las víctimas, brindándoles acceso a la justicia, la protección y la atención psicológica que necesitan para superar el trauma.
La lucha contra la violencia de género no es una tarea exclusiva de las autoridades. Es una responsabilidad compartida por todos los miembros de la sociedad. Debemos estar atentos, denunciar cualquier situación de violencia que presenciemos y apoyar a las víctimas. Solo a través de un esfuerzo conjunto podremos construir una sociedad más justa y segura para todas las mujeres. La memoria de la joven víctima nos exige que no bajemos la guardia y que continuemos trabajando incansablemente para erradicar esta lacra que nos aqueja. Su trágico final debe servir como un llamado a la acción, un recordatorio constante de que la violencia contra las mujeres es una realidad que debemos enfrentar con determinación y sin concesiones.
Fuente: El Heraldo de México