
28 de agosto de 2025 a las 06:05
Tragedia escolar: Rayo mata a tío y sobrino
La tragedia tiñó de luto el regreso a clases en la ruralidad veracruzana. Un inocente anhelo de aprendizaje se transformó en una desgarradora despedida en el ejido Pueblo Viejo, municipio de Las Choapas. La tarde del 25 de agosto, el cielo descargó su furia sobre Martín Quirasco, de 44 años, y su sobrino Edilberto, de tan solo 11, arrebatándoles la vida en un instante. El anhelo de un nuevo ciclo escolar, de cuadernos nuevos y lápices afilados, se apagó bajo la inclemencia de un rayo que partió el corazón de una familia y conmocionó a toda una comunidad.
El camino de regreso a casa, usualmente transitado con la alegría de las compras escolares, se convirtió en el escenario de una tragedia imprevisible. Martín, quien acompañaba a su sobrino tras realizar los trámites para obtener su credencial de elector, no pudo proteger a Edilberto de la descarga eléctrica que los alcanzó en medio de la tormenta. La ilusión del regreso a clases, del reencuentro con los amigos y los maestros, quedó truncada en ese sendero que conecta el ejido Pueblo Viejo con Nuevo Xoteapan, su hogar.
Imaginen la escena: un niño con su mochila nueva, llena de promesas y sueños, caminando junto a su tío, bajo un cielo cada vez más oscuro. La lluvia, al principio suave, se intensifica, el viento azota con fuerza y los truenos retumban en la distancia, cada vez más cerca. De pronto, un cegador destello y un ensordecedor estruendo. La vida, en toda su fragilidad, se extingue en un instante.
La mañana siguiente, la cruda realidad golpeó a la comunidad. Un grupo de campesinos, al iniciar su jornada laboral, se topó con la desgarradora imagen de los cuerpos sin vida. Edilberto, con su mochila aún a cuestas, intacta, como un símbolo de la inocencia perdida. Los útiles escolares, cuidadosamente guardados, representarían ahora un doloroso recordatorio de lo que pudo haber sido. La ropa de Martín, por otro lado, mostraba las terribles huellas del impacto, testimonio de la fuerza brutal de la naturaleza.
La noticia corrió como pólvora por la comunidad, dejando un manto de tristeza y consternación. Las autoridades acudieron al lugar para realizar las diligencias correspondientes, un procedimiento frío y protocolario que contrasta con el calor del dolor que embarga a los familiares. El regreso a clases, tan esperado por Edilberto, estará marcado por la ausencia. Un pupitre vacío, un silencio que grita su nombre, una comunidad que llora su partida.
Este trágico suceso nos recuerda la fuerza impredecible de la naturaleza y la fragilidad de la vida. Nos invita a reflexionar sobre la importancia de valorar cada instante, cada pequeño gesto, cada sonrisa. Edilberto, con su mochila nueva y sus sueños intactos, se convierte en un símbolo de la inocencia arrebatada, un recordatorio de que la vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Que su memoria nos impulse a abrazar con más fuerza a nuestros seres queridos y a apreciar la belleza de cada día.
Fuente: El Heraldo de México