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28 de agosto de 2025 a las 22:05
Niña bailarina de Cuernavaca: Tragedia tras viralización
La tragedia ocurrida en la Glorieta de La Luna, en Cuernavaca, Morelos, ha conmocionado a la sociedad y destapado una cruda realidad: la vulnerabilidad de los niños en situación de calle. El video viralizado en redes sociales, donde se observa a una pequeña de tan solo tres años bailando entre los coches para ganarse la vida, se ha convertido en un doloroso testimonio de su último día. La imagen de la niña, expuesta a los peligros del tráfico, buscando unas monedas para sobrevivir, ha generado una ola de indignación y cuestionamientos sobre la responsabilidad de las autoridades y la sociedad en su conjunto. ¿Cómo es posible que una menor de edad se encuentre en semejante situación de riesgo? ¿Dónde están las redes de apoyo que deberían protegerla?
La historia detrás de esta tragedia es aún más desgarradora. Según reportes, la madre de la pequeña la abandonó hace siete meses, dejándola al cuidado de su tía. El día del accidente, la tía se ausentó, dejando a la niña bajo la supervisión de sus hermanos menores, también niños. Esta cadena de abandonos y omisiones culminó en la muerte de la pequeña, atropellada por una camioneta mientras intentaba ganarse la vida en un cruce peligroso.
La detención de la tía por omisión de cuidados es un primer paso, pero no resuelve el problema de fondo. Este caso debe servir como un llamado de atención para fortalecer las políticas públicas de protección a la infancia, para asegurar que ningún niño tenga que mendigar en las calles para sobrevivir. Es necesario implementar programas de apoyo a las familias en situación vulnerable, que les brinden acceso a educación, alimentación y un entorno seguro para sus hijos.
La Glorieta de La Luna, escenario de esta tragedia, se ha convertido en un símbolo de la desigualdad y la falta de oportunidades que aquejan a muchos mexicanos. La presencia de personas en situación de calle, limpiando parabrisas o realizando otras actividades informales para subsistir, es una constante en muchas ciudades del país. Es urgente que las autoridades implementen estrategias integrales para abordar esta problemática, que no se limite a la represión o la criminalización de la pobreza, sino que se centre en la generación de oportunidades y la inclusión social.
La conmoción generada por la muerte de esta pequeña no debe ser efímera. Debemos convertirla en un motor de cambio, en un impulso para construir una sociedad más justa e igualitaria, donde todos los niños tengan la oportunidad de crecer en un entorno seguro y digno, donde su futuro no dependa de las monedas que puedan recolectar en un cruce peligroso. La memoria de esta niña nos obliga a actuar, a exigir a las autoridades que cumplan con su responsabilidad de proteger a los más vulnerables, a construir un país donde la infancia sea sinónimo de esperanza y no de tragedia. La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué estamos haciendo para evitar que esta historia se repita?
Fuente: El Heraldo de México