
28 de agosto de 2025 a las 17:55
Julio César Chávez defiende a su hijo
La sombra del Cártel de Sinaloa se cierne sobre la leyenda del boxeo mexicano, Julio César Chávez, y no en forma de un oponente en el ring, sino como una amenaza que acecha la vida de su hijo, Julio César Chávez Jr. Una batalla fuera del cuadrilátero, mucho más dolorosa y compleja que cualquier pelea a 12 rounds. El campeón, acostumbrado a los golpes demoledores de rivales como Frankie Randall, Óscar de la Hoya o Pernell Whitaker, ahora enfrenta un oponente invisible pero implacable: la justicia y las acusaciones que vinculan a su hijo con el crimen organizado.
La detención de Chávez Jr. en Estados Unidos y su posterior deportación a México han desatado una tormenta mediática. El "César del Boxeo" se ha convertido en un férreo defensor de su hijo, asegurando en una emotiva conferencia de prensa en Mazatlán, Sinaloa, que las acusaciones son infundadas. Con la voz cargada de dolor y la mirada firme, Chávez padre ha repetido una y otra vez que su hijo no es un delincuente, que no pertenece a ningún cártel y que lo demostrará. Un padre que lucha contra un sistema judicial, contra las sombras de la duda y contra el estigma que pesa sobre su apellido.
"Mi hijo no es ningún delincuente, ningún narcotraficante", palabras que resonaron con fuerza en el homenaje que le rindieron en su tierra natal. Un clamor de inocencia en medio de la tempestad. Chávez afirma conocer a su hijo, conocer sus errores, sus luchas internas, pero también su corazón. Insiste en que si supiera que su hijo estuviera involucrado en actividades ilícitas, lo aceptaría, pero en este caso, está convencido de su inocencia. Y es que el peso de la adicción, esa batalla que Chávez Jr. ha librado durante años, ha dejado secuelas, ha creado vulnerabilidades y lo ha expuesto a malas compañías. Pero de ahí a pertenecer a un cártel, hay un abismo, un abismo que Chávez padre se empeña en demostrar.
La Fiscalía General de la República (FGR) ha presentado un expediente con 21 pruebas que vinculan a Chávez Jr. con el Cártel de Sinaloa y con tráfico de armas. Unas pruebas que la defensa del joven boxeador pone en tela de juicio, argumentando la falta de solidez y la posibilidad de una interpretación errónea de los hechos. Mientras tanto, Chávez Jr. enfrenta el proceso en libertad condicional, una libertad con restricciones: no puede salir del país sin autorización y debe mantenerse alejado de las personas involucradas en la investigación. Un camino lleno de obstáculos legales y mediáticos, donde cada paso es escrutado, cada declaración analizada.
El brazalete electrónico, símbolo de control y restricción, no forma parte de las medidas impuestas. Una pequeña victoria para la defensa, pero la presión sigue ahí, latente, como una espada de Damocles. La batalla legal apenas comienza, y la familia Chávez se prepara para un largo y tortuoso proceso. El futuro de Chávez Jr. pende de un hilo, y su padre, el legendario campeón, se mantiene firme en su esquina, listo para pelear hasta el último round. Una pelea por la verdad, por la justicia, por el nombre y el legado de su familia.
Fuente: El Heraldo de México