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28 de agosto de 2025 a las 06:00

Horror en Pénjamo: Rescatan a dos adolescentes torturados

La sombra del crimen organizado se extiende sobre la comunidad de Santa Lucía, en Pénjamo, dejando tras de sí una estela de dolor e indignación. Dos jóvenes, apenas unos niños, Ángel Uriel de 17 y Leonardo Alejandro de 14 años, fueron arrancados de las garras de una casa de seguridad, un siniestro lugar que se presume operaba bajo el control del Cártel Jalisco Nueva Generación. Imaginen el horror que debieron vivir estos chicos, confinados entre las cuatro paredes de ese infierno, sometidos a la brutalidad de quienes han perdido toda humanidad. El rescate, llevado a cabo por las fuerzas de Seguridad Pública del Estado el pasado 23 de agosto, se convirtió en una carrera contra el tiempo para salvar sus vidas. Ambos jóvenes llegaron al hospital en estado grave, sus cuerpos marcados por la violencia inimaginable que sufrieron. Lamentablemente, el pequeño Leonardo no resistió. Sus heridas, producto de la tortura sistemática, fueron demasiado profundas. Su joven vida se apagó, dejando un vacío insondable en el corazón de su familia y una cicatriz imborrable en la conciencia colectiva.

Ángel Uriel, aferrado a la vida, continúa luchando en el hospital. Su estado sigue siendo crítico y las próximas horas serán cruciales. Mientras tanto, la comunidad se une en una cadena de oración, esperando un milagro que le permita superar este terrible episodio. ¿Cómo es posible que la barbarie alcance tales niveles? ¿Cómo podemos, como sociedad, permitir que nuestros jóvenes sean víctimas de esta violencia despiadada? Estas son las preguntas que resuenan en cada rincón de Pénjamo y en todo el país.

El operativo que liberó a Ángel Uriel y Leonardo Alejandro destapó la cloaca de la criminalidad que se ocultaba en Santa Lucía. En la casa de seguridad, las autoridades aseguraron un arsenal de armas: dos largas, una corta calibre .22 milímetros, más de 570 cartuchos útiles de distintos calibres y más de 40 cargadores. Un escalofriante testimonio del poder de fuego que manejan estos grupos criminales y la amenaza constante que representan para la paz y la seguridad de nuestras comunidades. También se incautó equipo táctico y un vehículo, evidenciando la sofisticada organización de estas redes delictivas.

La Secretaría de Seguridad y Paz ha expresado su solidaridad con las familias de las víctimas y ha asegurado que las investigaciones continúan. Se espera que los responsables de este atroz crimen sean llevados ante la justicia y paguen por sus actos. Sin embargo, la justicia no devolverá la vida de Leonardo ni borrará el trauma que Ángel Uriel tendrá que cargar por el resto de sus días. Es necesario ir más allá de la simple condena. Debemos como sociedad, exigir medidas contundentes para prevenir que estas tragedias se repitan. Necesitamos estrategias integrales que ataquen las raíces de la violencia, que brinden oportunidades a nuestros jóvenes y que les alejen de las garras del crimen organizado. La lucha contra la delincuencia no es solo tarea de las autoridades, es una responsabilidad compartida que exige la participación de todos. No podemos permanecer indiferentes ante el dolor de las familias que han perdido a sus hijos a manos de la barbarie. Es momento de alzar la voz y exigir un futuro más seguro para las próximas generaciones. Un futuro donde la vida de nuestros jóvenes no sea moneda de cambio en las guerras del narcotráfico. Un futuro donde la paz y la justicia prevalezcan sobre el miedo y la violencia.

Fuente: El Heraldo de México