
28 de agosto de 2025 a las 04:10
Fumadores: ¡Alerta! Aneurisma abdominal mortal.
La amenaza silenciosa que acecha en nuestro interior: los aneurismas abdominales aórticos, pequeñas fisuras en el tiempo que pueden convertirse en una bomba de relojería. Imaginemos nuestras arterias como los cimientos de una casa, y el tiempo, como un inclemente clima que, poco a poco, va desgastando su estructura. Así, de forma imperceptible, se van formando estas grietas en la aorta abdominal, principal arteria que irriga el abdomen, que en la mayoría de los casos permanecen dormidas, pero que, en un instante, pueden romperse y desencadenar una tragedia.
El doctor Chris Jacobs, cirujano de la Clínica Mayo en Florida, nos advierte sobre los factores de riesgo que debemos tener en cuenta. El perfil típico, nos explica, se dibuja con trazos de humo de tabaco, historiales familiares marcados por la misma dolencia, la sombra de la hipertensión y el espectro de la hiperlipidemia. En el caso de las mujeres, la edad se convierte en un factor crucial: superados los 65 años, y con un historial de tabaquismo, el riesgo se eleva considerablemente. Si bien la genética juega un papel importante, los hábitos de vida pueden inclinar la balanza hacia la salud o la enfermedad.
Lo más preocupante de este enemigo invisible es su sigilo. La mayoría de las veces, el aneurisma abdominal aórtico no da la cara, no avisa, no presenta síntomas. Algunos pacientes pueden percibir una pulsación en el abdomen, como un leve tamborileo interno, pero a menudo pasa desapercibido. En ocasiones, un dolor agudo en la espalda o el abdomen puede ser la única señal de alarma, un grito desesperado del cuerpo que anuncia una inminente ruptura.
Y es en ese momento, cuando el aneurisma se rompe, cuando el peligro se vuelve inminente. El doctor Jacobs describe un escenario desolador: una probabilidad de supervivencia que apenas roza el 1%. Un dato que nos hiela la sangre y nos recuerda la importancia de la prevención y la detección temprana. Incluso para aquellos que logran llegar al hospital, el camino hacia la recuperación está sembrado de obstáculos. Solo la mitad llega a la cirugía y, de ellos, únicamente una cuarta parte recupera una calidad de vida funcional. La diferencia entre la vida y la muerte, entre la dependencia y la autonomía, se reduce a la posibilidad de recibir un tratamiento adecuado y oportuno.
Pero no todo está perdido. Existe una esperanza, una llave que nos permite tomar las riendas de nuestra salud y protegernos de esta amenaza silenciosa: el cambio de hábitos. Dejar de fumar, controlar la presión arterial, mantener un estilo de vida saludable, son las armas con las que podemos combatir este enemigo invisible. El tabaco debilita las paredes arteriales, las convierte en terreno fértil para el desarrollo y crecimiento del aneurisma. La hipertensión, por su parte, aumenta la presión en las venas, incrementando el riesgo de ruptura.
La prevención, en este caso, no es solo una recomendación, es una necesidad. Es la diferencia entre vivir con la incertidumbre de una bomba de relojería en nuestro interior o disfrutar de una vida plena y saludable. Informarse, consultar con nuestro médico, realizarse chequeos periódicos, son pasos cruciales para detectar a tiempo cualquier anomalía y actuar antes de que sea demasiado tarde. La salud es un tesoro invaluable, y protegerla es nuestra responsabilidad.
Fuente: El Heraldo de México