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29 de agosto de 2025 a las 01:55

Domina la Escritura Académica

La irrupción de la Inteligencia Artificial en el ámbito académico ha generado un debate candente sobre el futuro de la escritura. Mientras las universidades se esfuerzan por adaptarse a esta nueva realidad, observamos una preocupante tendencia: la pérdida progresiva del arte de la retórica, un arte milenario que ha moldeado el pensamiento y la comunicación humana durante siglos. Lejos de ser una reliquia del pasado, la retórica se presenta como una herramienta indispensable para navegar las complejidades del presente y formar ciudadanos críticos y elocuentes.

La dependencia creciente de la IA para la elaboración de trabajos académicos, constatada por estudios recientes como la encuesta del Consejo de Educación Digital en 2024, revela una crisis más profunda: la superficialidad y la falta de rigor en la escritura. La facilidad con la que se pueden generar textos mediante la IA promueve una escritura automatizada, carente de la profundidad y la precisión que exige el pensamiento crítico. En este contexto, la retórica emerge como un antídoto contra la banalización del lenguaje, ofreciendo un marco sólido para la construcción de argumentos persuasivos y la expresión de ideas con claridad y elegancia.

A diferencia de los enfoques tradicionales de la enseñanza de la escritura, que a menudo se limitan a la transmisión de normas gramaticales y estilísticas, la retórica se centra en el desarrollo del pensamiento crítico y la capacidad de persuasión. Un estudiante formado en retórica no solo aprende a escribir correctamente, sino que también aprende a pensar con rigor, a analizar diferentes perspectivas, a construir argumentos sólidos y a expresarlos con convicción. La retórica no se limita a la esfera académica, sino que proporciona herramientas valiosas para la vida personal y profesional, preparando a los estudiantes para desenvolverse con soltura en cualquier situación comunicativa.

El estudio de la retórica implica un diálogo constante con las grandes mentes del pasado. Desde los antiguos griegos hasta los pensadores contemporáneos, la retórica se nutre de una rica tradición intelectual que ofrece un vasto repertorio de estrategias argumentativas y recursos estilísticos. Al sumergirse en las obras de los grandes maestros de la retórica, los estudiantes aprenden a apreciar la belleza y la complejidad del lenguaje, desarrollando un instinto para la escritura que trasciende las meras reglas gramaticales.

La marginación de la retórica en los currículos universitarios refleja una preocupante tendencia hacia la mercantilización de la educación. En la búsqueda de la eficiencia y la rentabilidad, muchas instituciones han relegado las humanidades a un segundo plano, priorizando la formación técnica en detrimento del desarrollo integral del estudiante. Esta visión utilitarista de la educación empobrece la experiencia formativa y limita las posibilidades de crecimiento intelectual y personal de los estudiantes.

La evaluación estandarizada, centrada en la medición de habilidades técnicas, ha contribuido a la devaluación de la escritura como una forma de expresión y pensamiento. La obsesión por la extensión de los trabajos, en detrimento de la calidad argumentativa, desincentiva la creatividad y la profundidad en la escritura. En contraste, la retórica promueve la exploración de diferentes estilos y estrategias argumentativas, fomentando la originalidad y la precisión en la expresión.

Recuperar el lugar de la retórica en la educación no es una simple nostalgia por el pasado, sino una necesidad urgente para formar ciudadanos críticos y capaces de comunicarse con eficacia en un mundo cada vez más complejo. La retórica no solo nos enseña a escribir mejor, sino que también nos enseña a pensar mejor, a argumentar con solidez y a persuadir con elegancia. En un contexto dominado por la información fragmentada y la manipulación mediática, la retórica se erige como una herramienta fundamental para la construcción de una sociedad más justa y democrática. Es hora de reivindicar el valor de la retórica y devolverle el lugar que le corresponde en la formación de las nuevas generaciones.

Fuente: El Heraldo de México