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28 de agosto de 2025 a las 15:10

Alerta sísmica: ¿Está preparada la CDMX?

La Ciudad de México, construida sobre un antiguo lago, se encuentra en una zona de alta actividad sísmica. Esta realidad geológica nos obliga a convivir con la posibilidad constante de temblores, y la reciente atención sobre la falla de Mixcoac-Plateros ha despertado la inquietud entre los capitalinos. Si bien expertos como Pedro Vera Sánchez, del IPN, descartan la posibilidad de un sismo devastador originado en esta falla, la preocupación persiste. ¿Por qué? La respuesta radica en la complejidad del subsuelo de la ciudad y en la naturaleza misma de las fallas tectónicas.

El argumento de Vera Sánchez se basa en el tamaño de las placas en fricción bajo la CDMX. La energía liberada por un movimiento telúrico en esta falla, según el experto, no alcanzaría la intensidad necesaria para causar una destrucción masiva. Sin embargo, esta afirmación no elimina el riesgo. Víctor Manuel Cruz Atienza, investigador de la UNAM, lo confirma: la falla de Mixcoac-Plateros, aunque no genere un terremoto catastrófico, representa una amenaza real para la población.

En 2019, un estudio de la UNAM simuló un escenario hipotético: un terremoto de magnitud 5 originado en la Falla de Mixcoac, con epicentro en el Panteón Dolores. Los resultados revelaron que, si bien la intensidad no superaría los sismos de 1985 y 2017, los daños en un radio de 3 a 4 kilómetros del epicentro serían considerables. Imaginemos las consecuencias: edificios colapsados, infraestructuras dañadas, servicios interrumpidos y, por supuesto, pérdidas humanas. Un escenario que, aunque menos devastador que un gran terremoto, sigue siendo alarmante.

La clave para entender el riesgo de la falla de Mixcoac-Plateros está en los sismos lentos. Estos movimientos, imperceptibles para nosotros, perturban las rocas aledañas, generando pequeñas fracturas y los microsismos que sentimos en la superficie. Estos microsismos, aunque de baja magnitud (generalmente entre 1 y 4 en la escala de Richter), son un recordatorio constante de la actividad de la falla y de su potencial destructivo. Su frecuencia y proximidad a la superficie los hacen más evidentes, generando inquietud entre la población y recordándonos la vulnerabilidad de la ciudad.

La falla, que atraviesa las alcaldías Álvaro Obregón y Benito Juárez, tiene una extensión superficial confirmada de poco más de un kilómetro. Estudios recientes, como el publicado en la revista Tectonophysics, han profundizado en su conocimiento, analizando su profundidad, extensión y el comportamiento del suelo en la zona. Además de la falla de Mixcoac-Plateros, se ha identificado otra falla en Barranca del Muerto, ambas responsables de la actividad sísmica en la zona poniente de la ciudad.

La investigación científica es crucial para comprender la dinámica de estas fallas y para desarrollar estrategias de mitigación del riesgo. Es fundamental continuar investigando, monitoreando la actividad sísmica y, sobre todo, informando a la población. La preparación y la prevención son nuestras mejores herramientas para enfrentar la realidad sísmica de la Ciudad de México. No podemos evitar los terremotos, pero sí podemos minimizar sus consecuencias.

Fuente: El Heraldo de México