
29 de agosto de 2025 a las 00:00
Adiós a una leyenda: Estela Molina.
El eco del golpe del metal contra la lona se ha silenciado. Un silencio denso y triste se cierne sobre el mundo de la lucha libre. Estela Molina, la pionera, la guerrera, la primera campeona mundial mexicana, nos ha dejado. A sus 77 años, en la madrugada de este jueves 28 de agosto, la estrella de Evelina Molina, el nombre que la vio nacer en Ciudad Guzmán, Jalisco, se apagó en Guadalajara, dejando tras de sí un legado imborrable.
Su partida deja un vacío inmenso en el corazón de la lucha libre mexicana. Un vacío que resuena con la fuerza de sus llaves y la tenacidad de su espíritu. Recordamos sus inicios, su debut victorioso en el Toreo de Cuatro Caminos aquel 31 de marzo de 1979, una fecha que marcó el comienzo de una leyenda. En ese cuadrilátero, con la cabellera en juego, se enfrentó a quien, con el tiempo, se convertiría en una entrañable amiga y rival, Pantera Sureña. Ese combate fue el preludio de una carrera llena de gloria, un camino pavimentado con sudor, sacrificio y una pasión inquebrantable por el deporte.
La noticia de su fallecimiento nos golpea con la misma fuerza de un "martinete". La tristeza nos invade, como la niebla que a veces se cernía sobre el ring, ocultando a los luchadores por momentos, para luego revelarlos en toda su majestuosidad. Evelina, Estela, era majestuosa. Una gladiadora incansable que, con cada llave, con cada vuelo, escribía una página dorada en la historia de la lucha libre femenil.
El recuerdo de su victoria ante Vickie Williams, aquel 23 de diciembre de 1979, brilla con una intensidad especial. Ese día, Estela Molina no solo venció a una oponente, sino que conquistó un sueño, un anhelo, un título: el Campeonato Mundial Femenil de la UWA. Se convirtió, así, en la primera mexicana en alcanzar la cima del mundo luchístico, un logro que resonó en cada rincón del país y que inspiró a generaciones de mujeres a luchar por sus sueños, dentro y fuera del ring.
En los últimos tiempos, la salud de Estela se había deteriorado. Pantera Sureña, su compañera de batallas y amiga del alma, nos había confiado hace un mes la difícil situación que atravesaba la campeona, una luchadora que, incluso postrada en cama, jamás perdió su espíritu combativo.
Hoy, las cuerdas del ring lloran su ausencia. Los aficionados, con el corazón encogido, recuerdan sus hazañas. Sus colegas, con respeto y admiración, honran su memoria. Estela Molina, la primera campeona mundial mexicana, se ha ido, pero su legado, su fuerza, su pasión, permanecerán vivos en la memoria de todos los que amamos la lucha libre. Su nombre, grabado con letras de oro en la historia de este deporte, seguirá inspirando a las futuras generaciones de luchadores y luchadoras. Adiós, campeona. Tu recuerdo vivirá por siempre en el corazón del pancracio.
Fuente: El Heraldo de México