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27 de agosto de 2025 a las 14:15
Órganos de Manuel Trindade salvan 7 vidas
La tragedia en la Plaza de Toros de Campo Pequeño en Lisboa ha conmocionado a Portugal y al mundo taurino. La muerte de Manuel María Trindade, un joven forcado de tan solo 22 años, en la noche de su debut, ha reabierto el debate sobre la tauromaquia, sus riesgos y su lugar en la sociedad moderna. Las imágenes, impactantes y difíciles de digerir, muestran la brutalidad del encuentro entre el hombre y el animal, un toro de casi 700 kilos, una fuerza imparable que terminó con la vida del joven. El impacto contra la barrera, la embestida que lo dejó inconsciente, todo sucedió en cuestión de segundos, dejando una huella imborrable en la memoria de los presentes. El traslado al Hospital São José, la ventilación asistida, los esfuerzos médicos… nada pudo salvarlo del traumatismo cerebral y los ataques al corazón que le precedieron.
La tragedia se multiplicó con la inesperada muerte de un espectador, Vasco Morais Batista, en el mismo evento. Si bien no directamente relacionada con la corrida, la coincidencia añade un halo de fatalidad a la noche. Un aneurisma aórtico fatal, diagnosticado en el Hospital Santa María, segó la vida de Batista, convirtiendo la noche en una doble tragedia. Dos familias destrozadas, dos vidas perdidas en un contexto que inevitablemente genera controversia.
El caso de Trindade ha avivado la llama de la discusión sobre las corridas de toros. ¿Tradición cultural o crueldad animal? ¿Arte o barbarie? El Partido Personas Animales Naturaleza (PAN) ha aprovechado la ocasión para impulsar su iniciativa de prohibir las corridas en Portugal, argumentando la innecesaria exposición al peligro tanto para los participantes como para los animales. La muerte de Trindade se convierte así en un símbolo para los antitaurinos, un ejemplo trágico de las consecuencias de esta práctica.
En el otro lado de la balanza, la desgarradora respuesta de Alzira Beringel, madre de Trindade, a través de una carta abierta en Facebook, refleja el dolor y la indignación de quienes defienden la tauromaquia. Su defensa apasionada del forcado, al que describe como parte de un grupo de "hermanos que llevan chaqueta con honor, con valentía", resalta la visión de la tauromaquia como un arte, una tradición que merece ser preservada. Su crítica al PAN y a quienes celebran la muerte de su hijo revela la profunda división que existe en la sociedad portuguesa respecto a este tema.
La donación de órganos de Trindade, un gesto altruista en medio del dolor, añade otra capa de complejidad a la narrativa. Su madre, con un lenguaje cargado de ironía, destaca la decisión de su hijo de donar sus órganos para salvar la vida de siete personas, reafirmando la humanidad de Trindade frente a las acusaciones de quienes consideran la tauromaquia una práctica inhumana. "Seguirá viviendo en siete personas para molestarte", escribe, dirigiéndose a los detractores de la tauromaquia, convirtiendo la tragedia en un acto de generosidad y desafiando a quienes critican su pasión.
La muerte de Manuel María Trindade, un joven con toda una vida por delante, ha dejado una profunda herida en el mundo taurino y ha reavivado un debate que parece no tener fin. ¿Es posible conciliar la tradición con el bienestar animal? ¿Tiene cabida la tauromaquia en una sociedad cada vez más sensibilizada con los derechos de los animales? El futuro de esta práctica, arraigada en la cultura de muchos países, pende de un hilo, y la tragedia de Campo Pequeño se suma a la larga lista de argumentos que alimentan la controversia.
Fuente: El Heraldo de México