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27 de agosto de 2025 a las 04:15

Niña de 87 años abandonada en Ecatepec

La angustia palpable en los ojos de una niña de ocho años, perdida y desorientada en las laberínticas calles de Santa Clara Coatitla, Ecatepec, conmovió a los agentes de la policía municipal que la encontraron. Su pequeño rostro, surcado por lágrimas recientes, reflejaba una historia que apenas comenzaba a develarse. Imaginen la escena: una niña, prácticamente una bebé, sola en un entorno desconocido, buscando con la mirada una figura familiar que no aparecía. Inmediatamente, los agentes activaron el protocolo de búsqueda de familiares, una carrera contra el reloj para devolverle la seguridad a esa pequeña alma perdida. Su voz, entrecortada por el llanto, narró una historia de abandono que helaba la sangre. Recién llegadas a Ecatepec, su madre había salido en busca de trabajo, dejándola sola en un domicilio desconocido. Las horas pasaron, la angustia creció y la pequeña, impulsada por el miedo y la desesperación, decidió salir a buscar a su madre, perdiéndose en el intrincado entramado urbano.

La Célula de Búsqueda de Personas de Ecatepec, con la premura que exige la vulnerabilidad de una menor, inició las investigaciones. Cada minuto contaba. Con la escasa información proporcionada por la niña, los agentes lograron ubicar la que parecía ser su nueva residencia, un lugar donde debía encontrar refugio y seguridad, pero que, al momento de la visita, se encontraba vacío. La madre no estaba. La sombra de la negligencia se cernía sobre el caso, intensificando la preocupación de las autoridades. La búsqueda se redobló, la angustia crecía con cada minuto que pasaba. ¿Dónde estaba la madre? ¿Qué circunstancias la habían alejado de su hija? Las preguntas se multiplicaban, las respuestas se resistían a aparecer.

Finalmente, tras horas de incertidumbre que parecieron una eternidad, una mujer de 22 años se presentó ante las autoridades, identificándose como la madre de la niña. Su justificación, una "emergencia imprevista", sonó hueca, insuficiente para explicar su prolongada ausencia. Si bien la niña fue entregada a su madre, las dudas persistían, latentes, como una herida abierta. La historia de la niña de Santa Clara Coatitla no podía terminar ahí. No podía ser simplemente un caso cerrado.

La Célula de Búsqueda, con la responsabilidad que implica la protección de los más vulnerables, no se conformó con la simple reunión familiar. El caso continuaba abierto. Se instruyó a la Unidad de Atención a Víctimas y al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) a realizar visitas de inspección periódicas al domicilio. La vigilancia constante, la observación minuciosa, la búsqueda de cualquier indicio que pudiera confirmar o descartar la negligencia y el abandono, se convertían en la prioridad. El bienestar de la niña, su seguridad física y emocional, estaban por encima de todo. El futuro de la pequeña dependía de la exhaustividad de la investigación y de la capacidad de las autoridades para garantizar su protección. ¿Sería esta la última vez que la niña se perdería en las calles de Ecatepec? ¿Podría finalmente encontrar la seguridad y el amor que todo niño merece? El tiempo y la dedicación de las autoridades lo dirán.

Fuente: El Heraldo de México