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27 de agosto de 2025 a las 20:00

Lisset y la depresión: "Quería estar con mi papá"

La depresión, ese enemigo silencioso que se esconde tras sonrisas y aparentes triunfos, puede afectar a cualquiera, incluso a figuras públicas que brillan en los escenarios. El testimonio de Lisset, la reconocida actriz y cantante, nos abre una ventana a la cruda realidad de esta enfermedad y cómo, incluso en la cima del éxito profesional, se puede librar una batalla interna devastadora.

Imaginen a Lisset, con el peso del mundo sobre sus hombros. Su padre, el reconocido músico Willy Gutiérrez, batallando contra el cáncer. Su madre, hospitalizada e intubada, luchando por su vida. A esto se suma la pérdida de una querida mascota y sus propios problemas de salud: un quiste en la cuerda vocal y un mioma en la matriz. Un cúmulo de circunstancias que la llevaron a un punto de quiebre emocional.

En medio de este torbellino personal, Lisset se enfrentaba a un reto profesional de gran envergadura: interpretar a Donna en "Mamma Mia", un papel icónico inmortalizado por Meryl Streep. Si bien para muchos esto sería un sueño hecho realidad, para Lisset se convirtió en una carga adicional. La presión, la responsabilidad, el miedo a no estar a la altura, se sumaban a su ya frágil estado emocional.

Cada callback, cada ensayo, se convertía en una tortura. Las lágrimas que derramaba no eran de emoción por el papel, sino de dolor por la situación que atravesaba. Aunque exteriormente proyectaba la imagen de una artista fuerte y preparada, por dentro se desmoronaba.

El diagnóstico de depresión llegó como un jarro de agua fría, pero también como una explicación a su sufrimiento. Comenzó el tratamiento, pero la batalla apenas comenzaba. La idea del estreno la aterraba. La angustia la consumía hasta el punto de considerar el suicidio como una vía de escape, una forma de reunirse con su padre y encontrar la paz que tanto anhelaba.

Imaginen la desesperación que la llevó a confesar a la producción sus pensamientos suicidas. La respuesta, aunque bienintencionada, no llegaba a comprender la profundidad de su dolor. "Estás maravillosa, estás cantando increíble", le decían, palabras que rebotaban en sus oídos sin penetrar en su corazón. ¿Cómo explicarles que la admiración del público, el éxito de la obra, no eran suficientes para llenar el vacío que sentía en su alma?

En ese momento de oscuridad, dos luces brillaron con intensidad: el amor por su madre y por su hija. Fueron esos pilares los que le dieron la fuerza para seguir adelante, para aferrarse a la vida. Por ellas, Lisset decidió luchar contra la depresión, un día a la vez, una función a la vez.

Su testimonio es un recordatorio de que la salud mental es tan importante como la física. Es un llamado a la empatía, a la comprensión y al apoyo para quienes luchan contra la depresión. Lisset, con valentía, ha compartido su historia para que otros sepan que no están solos, que la oscuridad se puede vencer y que, incluso en los momentos más difíciles, el amor puede ser la luz que nos guíe hacia la sanación. Su historia es una inspiración para todos, una prueba de que la resiliencia y el amor propio pueden superar cualquier obstáculo.

Fuente: El Heraldo de México