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27 de agosto de 2025 a las 01:55
Sting, demandado por regalías de The Police
En el intrincado tapiz de la industria musical, donde los acordes de la creatividad a menudo se entrelazan con las disonancias de las disputas financieras, el caso de The Police resuena como un eco persistente de las tensiones inherentes a la colaboración artística. Más allá del brillo de los escenarios y la euforia de la fama, la historia de Sting, Andy Summers y Stewart Copeland revela una lucha por el reconocimiento y la compensación justa, una lucha que ahora se libra en los austeros pasillos de los tribunales.
La demanda presentada por Summers y Copeland contra Sting no se trata simplemente de dinero, sino de la reivindicación de su papel crucial en la forja del sonido icónico de The Police. Si bien Sting, con su carisma y talento vocal, se convirtió en la cara visible de la banda, la guitarra texturizada de Summers y la batería explosiva de Copeland fueron los pilares sobre los que se construyeron sus himnos generacionales. Imaginar "Roxanne" sin el punzante riff de guitarra de Summers o "Message in a Bottle" sin la propulsión rítmica de Copeland es como imaginar un cuadro sin color, una historia sin trama. Su contribución, argumentan, transcendió la mera ejecución musical; fue una fuerza creativa esencial que moldeó la identidad misma de la banda.
El éxito arrollador de The Police, con millones de discos vendidos y una legión de fans en todo el mundo, generó una fortuna considerable. Sin embargo, la distribución de esa riqueza, según alegan Summers y Copeland, no reflejó la equidad creativa que existió dentro de la banda. Mientras Sting disfrutaba de una lucrativa carrera en solitario, consolidando su posición como una superestrella global, sus antiguos compañeros de banda vieron cómo sus trayectorias profesionales tomaban rumbos menos estelares. Esta disparidad en el éxito posterior, lejos de ser un mero accidente del destino, se convierte en un elemento central del litigio, ya que pone de manifiesto la percepción de un desequilibrio fundamental en el reparto de los beneficios generados durante la época dorada de The Police.
La sombra de "Every Breath You Take", la canción más exitosa de la banda, se cierne sobre el proceso judicial. Aunque no sea el único foco de la disputa, su importancia financiera es innegable. Este tema, convertido en un clásico atemporal, representa una parte sustancial de los ingresos generados por el catálogo de The Police, y su reparto se convierte en un punto de inflexión en la batalla legal. La cuestión no es solo la compensación por el pasado, sino también el establecimiento de un precedente para el futuro, un precedente que podría influir en la forma en que se reconocen y remuneran las contribuciones de todos los miembros de una banda, especialmente en casos donde un miembro alcanza una notoriedad significativamente mayor.
Este conflicto legal trasciende el ámbito de lo puramente económico. Es un recordatorio de que, incluso en las historias de éxito más deslumbrantes, a menudo se esconden tensiones no resueltas y heridas profundas. La música de The Police, que unió a millones de personas con su energía y pasión, ahora sirve como telón de fondo de una disputa legal que podría redefinir su legado. El veredicto final no solo afectará a los involucrados directamente, sino que también resonará en la industria musical, planteando interrogantes cruciales sobre la equidad, la colaboración y el valor real de la creación artística en un mundo obsesionado con el éxito comercial. El caso de The Police se convierte así en un símbolo de la compleja y a menudo contradictoria relación entre el arte y el dinero, una relación que, al igual que las notas de una canción, puede ser a la vez armoniosa y disonante.
Fuente: El Heraldo de México