La indignación recorre las redes sociales tras conocerse el caso de un estudiante de la preparatoria número 2 de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), quien sufrió un grave accidente dentro de las instalaciones del plantel. Lo que parecía un incidente común, el movimiento de un pupitre, terminó con el joven en una silla de ruedas y con su futuro incierto, desatando la furia y la desesperación de su madre, Sealiah Leura, quien ha alzado la voz para denunciar la presunta negligencia de la institución.

La angustia de una madre se hace palpable en cada palabra que Sealiah comparte en su desgarrador relato. "A veces piensas que van a una etapa nueva… que lo más importante es que pasen el examen de la preparatoria que ellos quieren… y te vas con la tranquilidad de que están estudiando, que dejas seguros a tus hijos e hijas", comenta con una voz quebrada por la impotencia. Una tranquilidad que se hizo añicos con la llamada de la enfermera del plantel, quien le informó del golpe, minimizando la gravedad del mismo y pidiéndole que simplemente fuera a recoger a su hijo.

La realidad que Sealiah encontró al llegar a la preparatoria fue devastadora. Lejos de la situación que le habían descrito, se topó con su hijo en un estado alarmante: en una silla de ruedas, incapaz de hablar o mover los brazos, con las pupilas dilatadas, un síntoma inequívoco de una posible lesión cerebral. La imagen de su hijo en ese estado de vulnerabilidad la persigue, la atormenta, la impulsa a luchar por la justicia.

El relato de la madre continúa, desgranando una serie de presuntas irregularidades por parte de la institución. A pesar de contar con la información de la clínica de emergencia del joven en su expediente, la preparatoria, según Sealiah, no actuó con la celeridad que la situación requería, retrasando la atención médica que su hijo necesitaba con urgencia. Este retardo, denuncia la madre, pudo haber agravado las consecuencias del accidente, poniendo en peligro la vida de su hijo.

Las imágenes compartidas por Sealiah en redes sociales son un testimonio crudo de la situación. Muestran al joven inerte, con la mirada perdida, esperando la atención médica que tardó en llegar. Estas fotografías han conmovido a la comunidad virtual, generando una ola de solidaridad y exigiendo una investigación exhaustiva de los hechos.

La pregunta que resuena en la mente de todos es ¿quién es responsable de esta tragedia? ¿Fue un simple accidente o hubo negligencia por parte de la institución? ¿Se siguieron los protocolos de seguridad? ¿Por qué se minimizó la gravedad del golpe en un primer momento? Estas son algunas de las interrogantes que exigen respuestas claras y contundentes.

Mientras tanto, Sealiah Leura continúa su lucha, esperando el diagnóstico médico definitivo y exigiendo justicia para su hijo. Su voz, amplificada por las redes sociales, se ha convertido en el grito de muchos padres que exigen garantías de seguridad para sus hijos en los centros educativos. Este caso, lamentablemente, nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de actuar con responsabilidad y diligencia ante cualquier situación de emergencia. La comunidad educativa y la sociedad en general deben unirse para exigir que se esclarezcan los hechos y se tomen las medidas necesarias para evitar que una tragedia como esta se repita. La salud y el bienestar de nuestros jóvenes deben ser siempre la prioridad.