La tranquilidad del barrio bogotano se quebró la noche del 29 de julio de 2024. Tras la fachada de una familia modelo, se escondía una tragedia inimaginable. Un adolescente de 14 años, hastiado de los regaños de su padre, un mayor del ejército reconocido por su disciplina, confesó haber cometido un doble parricidio que conmociona a Colombia. El joven, cuya identidad se mantiene bajo reserva, relató con frialdad cómo planeó y ejecutó el asesinato de su padre, Fabián Humberto Bueno, de 42 años, y de su pequeña hermana de tan solo 7 años.

La tensión familiar, según el relato del menor, se centraba en las constantes discusiones entre sus padres, un conflicto que afectaba profundamente tanto a él como a su hermana. La noche de los hechos, la madre se encontraba fuera de casa, cenando con amigas. El adolescente esperó el momento oportuno: su padre, tras una llamada telefónica con su esposa, se recostó en la cama junto a la niña, que dormía plácidamente. Fue entonces cuando el joven, armado con un cuchillo de cocina, subió al cuarto piso donde se encontraba su padre.

Con una precisión escalofriante, el adolescente describió cómo asestó la primera puñalada en el pecho de su padre, aprovechando sus conocimientos de anatomía adquiridos en la escuela. El ataque despertó a la pequeña, quien, aterrada, le suplicó que se detuviera. La respuesta del joven fue aún más brutal: en un acto de descontrol, también la atacó con el mismo cuchillo. El informe forense reveló la magnitud de la violencia: 117 puñaladas en el cuerpo del padre y 75 en el de la niña.

Al llegar a casa, la madre se encontró con la escena del crimen y fue inicialmente considerada sospechosa. Gracias a la intervención de los vigilantes del edificio, se evitó un nuevo ataque contra ella. Sin embargo, el adolescente la acusó del doble homicidio, lo que llevó a su detención. La investigación dio un giro inesperado con la confesión del joven, quien asumió la responsabilidad de los crímenes. La madre, exonerada de los cargos, enfrenta ahora el inmenso dolor de la pérdida de su familia.

El caso ha reabierto el debate sobre la violencia intrafamiliar y la salud mental de los adolescentes. ¿Qué lleva a un joven a cometer un acto tan atroz? ¿Cómo podemos detectar y prevenir estas tragedias? El adolescente, condenado a seis años de internamiento por ser menor de edad, no enfrentará un juicio convencional. Sin embargo, la sociedad colombiana se enfrenta a un juicio moral: ¿cómo abordar la rehabilitación de un joven que ha cometido un doble parricidio? ¿Cómo sanar las heridas de una familia destruida y de una comunidad conmocionada? La historia de esta familia, marcada por la tragedia, nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la atención psicológica y el apoyo familiar en la prevención de la violencia.