La sombra de la tragedia se cierne sobre San Juan del Río, Querétaro, y se extiende hasta el Estado de México, dejando un rastro de dolor e indignación. Tres adolescentes, cuyas vidas apenas comenzaban a florecer, fueron encontrados sin vida en un paraje desolado cerca de la carretera Atlacomulco-Palmillas, en Polotitlán. La noticia, que ha conmocionado a ambas comunidades, confirma los peores temores de las familias que, con angustia, reportaron su desaparición días atrás.

El macabro hallazgo tuvo lugar el sábado 23 de agosto, tras una llamada anónima al 911 que alertaba sobre la presencia de cuerpos en la zona. Al llegar al kilómetro 123 de la mencionada carretera, las autoridades se encontraron con una escena desgarradora: los tres jóvenes yacían bocabajo, juntos, con evidentes signos de violencia por disparos de arma de fuego. La escena, fría y brutal, habla de la crueldad que se esconde en algunos rincones de nuestra sociedad.

La identificación de los cuerpos no tardó en llegar, sumiendo a familias y amigos en un abismo de dolor. Juan José Mendoza Pérez, ex alumno del CECyTE Paso de Mata, y José Michell Reséndiz Estrella, estudiante de la misma institución, fueron reconocidos por sus seres queridos. También se confirmó la identidad del tercer joven, Edgar, quien se dice era alumno del COBAQ en San Juan del Río. Tres jóvenes con sueños truncados, con un futuro arrebatado de forma violenta. Tres familias destrozadas que ahora claman por justicia.

La noticia ha generado una ola de indignación en redes sociales y en las comunidades donde residían los jóvenes. Vecinos, amigos y compañeros de escuela expresan su consternación y exigen a las autoridades esclarecer los hechos y castigar a los responsables. La pregunta que todos se hacen es ¿cómo pudo suceder esto? ¿Qué oscuros motivos se esconden detrás de este triple homicidio?

Las Fiscalías de Querétaro y del Estado de México ya han iniciado las investigaciones correspondientes. Se espera que la colaboración entre ambas entidades permita reconstruir los hechos que llevaron a la privación de la libertad y posterior asesinato de estos adolescentes. Se revisan todas las líneas de investigación, desde posibles rencillas personales hasta la implicación del crimen organizado. Ninguna posibilidad se descarta en la búsqueda de la verdad y la justicia.

Mientras tanto, las familias se preparan para dar el último adiós a sus hijos. Un adiós lleno de dolor, de rabia, de impotencia. Un adiós que deja un vacío imposible de llenar. La comunidad estudiantil, conmocionada por la tragedia, se une al duelo y exige que se garantice la seguridad de los jóvenes, para que ninguna otra familia tenga que pasar por este inmenso dolor. La sociedad entera espera que este caso no quede impune y que la justicia llegue pronto, para que la memoria de Juan José, José Michell y Edgar no se pierda en el olvido. Que sus nombres se conviertan en un recordatorio constante de la necesidad de construir un país más seguro, un país donde los jóvenes puedan vivir sin miedo, un país donde la vida sea respetada por encima de todo.