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24 de agosto de 2025 a las 03:20

Descubren origen de señal extraterrestre

El universo, en su vasta e indescifrable extensión, nos sigue sorprendiendo con fenómenos que desafían nuestra comprensión. Imaginen una explosión tan potente que, en una fracción de segundo, eclipsa la energía de radio de toda una galaxia. Estas son las ráfagas rápidas de radio (FRB), destellos colosales que han intrigado a la comunidad científica desde su descubrimiento. Su origen, en la gran mayoría de los casos, permanece envuelto en misterio, como un enigma cósmico que nos invita a desentrañar sus secretos.

Sin embargo, un destello de esperanza, una oportunidad única, se ha presentado ante un equipo internacional de investigadores, entre ellos físicos del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Han detectado una FRB "ultrabrillante", bautizada como "RBFLOAT" (el destello de radio más brillante de todos los tiempos), a una distancia relativamente cercana, "cósmicamente hablando", de 130 millones de años luz, en la constelación de la Osa Mayor. Esta proximidad, un regalo del cosmos, permite estudiarla con un detalle sin precedentes, abriendo una ventana a la comprensión de estos eventos energéticos.

La detección de RBFLOAT ha sido posible gracias a una mejora en el Experimento Canadiense de Mapeo de la Intensidad del Hidrógeno (CHIME), un conjunto de antenas con forma de tubo que escudriñan el universo, mapeando la distribución del hidrógeno. CHIME, desde su puesta en marcha en 2018, ha detectado cerca de 4.000 FRB, pero hasta ahora no había sido capaz de precisar su ubicación con tanta exactitud. La precisión de este instrumento, capaz de localizar la fuente de la ráfaga dentro de su galaxia anfitriona, es comparable a observar una luciérnaga que brilla durante una milésima de segundo en Florida desde la lejanía de Nueva York y determinar no solo en qué árbol se encuentra, sino en qué rama específica se posa.

Este avance nos permite no solo localizar las FRB, sino también comprender la diversidad de entornos en los que se originan, arrojando luz sobre su naturaleza. Aunque aún no existe una certeza absoluta sobre qué las produce, las teorías apuntan a eventos cósmicos extremos, como la fusión de estrellas de neutrones, magnetars o púlsares. Estos objetos celestes, en su danza final, liberan una energía descomunal, capaz de generar estas ráfagas que viajan a través del cosmos.

Durante años, la detección de FRB ha sido un proceso lento y minucioso, como buscar una aguja en un pajar cósmico. Ahora, gracias a la tecnología y la perseverancia de los científicos, podemos vincular estas ráfagas a galaxias específicas, e incluso a regiones concretas dentro de ellas. Este avance representa un paso crucial en la investigación de estos fenómenos.

Las FRB, con sus frecuencias que rondan los 1.400 hercios (aunque se han detectado excepciones con frecuencias más bajas), y su duración de apenas milisegundos, pueden emitir en ese breve instante una energía comparable a la que el Sol libera en tres días. Imaginen la magnitud de estos eventos, concentrada en una fracción de tiempo infinitesimal.

La investigación continúa. Los científicos se preguntan si las FRB repetitivas y no repetitivas son diferentes, si su origen varía, si esconden claves para comprender los procesos más energéticos del universo. Cada nueva observación, cada nuevo dato, es una pieza más en el rompecabezas cósmico que poco a poco vamos armando, acercándonos a la comprensión de estos enigmáticos destellos de radio. El universo nos habla en un lenguaje de energía y luz, y nosotros, con la ciencia como herramienta, estamos aprendiendo a escuchar.

Fuente: El Heraldo de México