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23 de agosto de 2025 a las 19:50
Tragedia en Querétaro: Lluvias cobran dos vidas.
La tragedia vivida en Querétaro tras las intensas lluvias del viernes nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de nuestra infraestructura urbana frente a la furia de la naturaleza. Dos familias lloran hoy la pérdida irreparable de sus seres queridos, arrastradas por la corriente implacable que convirtió las calles en ríos caudalosos. Ochenta milímetros por metro cuadrado, una cifra que duplica con creces lo que consideramos una lluvia fuerte en la ciudad, transformaron la cotidianidad en una pesadilla para cientos de queretanos.
Más allá de las cifras frías, se dibujan historias de angustia y desesperación. Imaginen el terror de quienes vieron cómo el agua invadía sus hogares, llevándose consigo sus pertenencias, sus recuerdos, su tranquilidad. En colonias como Villas de Santiago, Satélite, El Rocío, Fundadores, Santa María Magdalena y Santa Mónica, el agua se coló por puertas y ventanas, convirtiendo las calles en canales navegables solo para la fuerza desbocada del agua. El desbordamiento del dren de Peñuelas, un punto crítico año tras año, fue el detonante de una serie de eventos desafortunados que culminaron en la pérdida de dos vidas.
La respuesta de las autoridades, con la activación del Plan DN-III-E y el despliegue de brigadas de apoyo, es un testimonio del esfuerzo conjunto para paliar la emergencia. El Ejército Mexicano, hombro con hombro con Protección Civil y autoridades estatales y municipales, trabajaron incansablemente en las labores de limpieza, rescate y evaluación de daños. Pero la pregunta que resuena con fuerza es: ¿es suficiente la reacción ante la emergencia o se necesita una planificación más profunda para prevenir futuras tragedias?
El alcalde Macías, en su recorrido por las zonas afectadas, reconoció la gravedad de la situación y prometió apoyo a las familias damnificadas. Sin embargo, las palabras de consuelo se quedan cortas ante la magnitud del dolor y la impotencia. La tragedia pone de manifiesto la urgente necesidad de invertir en infraestructura hidráulica que esté a la altura de los desafíos que nos plantea el cambio climático. No podemos seguir lamentando pérdidas humanas año tras año, esperando a que la lluvia nos recuerde la vulnerabilidad de nuestra ciudad.
Los vecinos de Peñuelas, con la voz entrecortada por la angustia y la indignación, denuncian que las inundaciones son un problema recurrente. A pesar de las promesas de anteriores administraciones, la situación no ha mejorado. ¿Cuántos años más tendrán que soportar la incertidumbre de ver sus hogares inundados, la angustia de perder sus pertenencias, el miedo a perder a sus seres queridos?
El pronóstico de lluvias para el fin de semana nos mantiene en alerta. Mientras las autoridades exhortan a la población a reportar cualquier emergencia al 911, la sombra de la tragedia nos recuerda la importancia de la prevención y la planificación urbana. Dos vidas se perdieron, y su ausencia nos obliga a replantearnos cómo construimos nuestras ciudades, cómo nos preparamos para los embates de la naturaleza, cómo protegemos a nuestros ciudadanos. La memoria de estas dos mujeres debe ser el impulso para construir un Querétaro más resiliente, un Querétaro donde la lluvia no sea sinónimo de tragedia.
Fuente: El Heraldo de México