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24 de agosto de 2025 a las 00:15

Maestra liberada tras intoxicación con ácido y cloro

Un escalofrío recorre la comunidad de Playas de Tijuana tras la liberación de Shantal N, la maestra de artes acusada de intento de homicidio contra su expareja, su hija y la abuela materna de la menor. El incidente, ocurrido el pasado 10 de agosto, ha dejado una profunda huella de consternación e incredulidad. La noticia de su liberación, debido a fallas en el proceso, añade un nuevo capítulo a esta historia que parece sacada de una obra teatral macabra, irónicamente la profesión de la acusada.

Recordemos los hechos: Shantal N, quien impartía talleres en el sistema DIF de Rosarito, se presentó en la casa de la madre de su expareja, donde también se encontraba la hija de ambos. Con una premeditación escalofriante, según las acusaciones, mezcló cloro y ácido muriático, creando una bomba tóxica de gas cloro, y selló la vivienda, condenando a sus ocupantes a una muerte lenta por asfixia. La rápida reacción de las víctimas, quienes lograron escapar y alertar a las autoridades, evitó una tragedia. Bomberos intervinieron para neutralizar las sustancias peligrosas y asegurar la zona.

La detención inicial de Shantal N parecía el preludio de un proceso judicial que haría justicia a las víctimas. Sin embargo, la noticia de su liberación ha generado indignación y temor. ¿Cómo es posible que una persona acusada de un acto tan atroz vuelva a las calles por tecnicismos legales? ¿Qué garantías de seguridad tienen ahora las víctimas? Estas son las preguntas que resuenan en la comunidad, mientras se espera una aclaración por parte de la Fiscalía General del Estado de Baja California.

El caso de Shantal N trasciende lo meramente policial. Abre un debate sobre la fragilidad de la justicia y la necesidad de revisar los protocolos de actuación en casos de violencia doméstica. La facilidad con la que la acusada obtuvo los productos químicos, comúnmente disponibles en cualquier tienda de abarrotes o ferretería, plantea interrogantes sobre la regulación de la venta de estas sustancias potencialmente letales. ¿Es suficiente la actual legislación para prevenir su uso indebido? ¿Necesitamos medidas más estrictas para controlar su acceso?

Más allá del miedo e incertidumbre que se respira en Playas de Tijuana, este caso nos obliga a reflexionar sobre la importancia de la educación y la prevención. Es crucial fomentar una cultura de respeto y tolerancia en las relaciones interpersonales, así como proporcionar herramientas y recursos a las víctimas de violencia doméstica. El silencio y la indiferencia son cómplices de la violencia. Debemos romper el ciclo y construir una sociedad donde la paz y la seguridad sean la norma, no la excepción.

Mientras tanto, la sombra de la duda y la incertidumbre se cierne sobre la comunidad. La liberación de Shantal N deja un amargo sabor de boca y la sensación de que la justicia, en esta ocasión, no ha cumplido su cometido. La espera por respuestas y la demanda de garantías de seguridad para las víctimas se mantienen latentes, mientras la sociedad observa con atención el desarrollo de este caso que ha conmocionado a Baja California. La historia, lamentablemente, parece lejos de terminar.

Fuente: El Heraldo de México