La brutalidad vuelve a teñir las calles de Culiacán. Esta vez, la víctima es Scooby, un perro en situación de calle que se ha convertido en el símbolo de la creciente ola de violencia animal que azota la ciudad. El viernes 22 de agosto, la tranquilidad de la colonia Aquiles Serdán se vio interrumpida por un acto de barbarie: un hombre, armado con un machete, atacó a Scooby, acusándolo de la muerte de algunas de sus gallinas. Si bien el agresor alegó que el perro había ingresado a su propiedad, los vecinos rechazan rotundamente esta versión, pintando un cuadro aún más desolador. Según testimonios, el hombre es conocido por su comportamiento agresivo hacia Scooby, acosándolo y golpeándolo con frecuencia. Este último ataque, presenciado por niñas que horrorizadas gritaron pidiendo auxilio, no es más que la culminación de una serie de maltratos sistemáticos.

La indignación de la comunidad se ve agravada por la ineficacia de las autoridades. A pesar de las múltiples llamadas al 911, ninguna patrulla se presentó en el lugar, dejando a los vecinos a merced de la violencia. Esta falta de respuesta no solo pone en peligro la vida de los animales, sino que también genera un clima de impunidad que alimenta la espiral de agresiones. ¿Hasta cuándo las autoridades harán oídos sordos al clamor de la ciudadanía? ¿Cuántas vidas más deben sacrificarse en el altar de la indiferencia?

La Fundación Balto y Togo, incansable defensora de los derechos animales, no ha permanecido impasible ante este atroz acto. El sábado, se presentó una denuncia formal ante la Vicefiscalía Zona Centro por maltrato y crueldad animal. Pero la denuncia va más allá del ataque a Scooby. La fundación también ha puesto el foco en las condiciones deplorables en las que el agresor mantenía a sus aves, hacinadas en una pequeña jaula, en flagrante violación de las normas municipales que prohíben la crianza de animales de granja en zonas urbanas. Este detalle revela una problemática mayor: la falta de control y vigilancia por parte del Ayuntamiento de Culiacán, que permite que estas situaciones se repitan una y otra vez.

La situación de Scooby no es un caso aislado. En las últimas semanas, se han registrado incidentes similares en la colonia Industrial El Palmito y en la comunidad de El Tamarindo, donde la violencia incluso alcanzó a una persona que resultó herida con un machete. Y hace apenas unos días, otro perro perdió la vida en circunstancias similares, atacado también con un machete. Estos hechos dibujan un panorama alarmante que exige una respuesta inmediata y contundente. No podemos seguir tolerando la violencia contra los animales.

La Fundación Balto y Togo hace un llamado urgente al Ayuntamiento de Culiacán para que refuerce la vigilancia y el control de la crianza irregular de animales en las colonias de la ciudad. Asimismo, se exige una mejora sustancial en la atención a los reportes ciudadanos, para que la indiferencia no se convierta en cómplice de la barbarie. Es hora de que las autoridades asuman su responsabilidad y actúen con la firmeza que la situación demanda. La vida de Scooby, y la de tantos otros animales indefensos, depende de ello. No podemos permitir que la crueldad se convierta en la norma. Es tiempo de decir basta. Es tiempo de exigir justicia. Es tiempo de construir una ciudad donde la compasión y el respeto hacia todos los seres vivos sean los pilares fundamentales de la convivencia.