La traición se teje en las sombras, susurrando mentiras al oído de la confianza. Durante trece años, una relación floreció, siete de ellos bendecidos por el lazo matrimonial. Trece años de risas compartidas, de sueños entrelazados, de una vida construida en la creencia de un amor sólido e inquebrantable. Pero el telón de la ilusión se desgarró, revelando una realidad escalofriante que helaría la sangre a cualquiera. Tras la fachada de un esposo devoto se ocultaba un depredador, un hombre que había convertido la intimidad en un arma, la confianza en una víctima.

Alejandro “N”, el nombre que ahora resuena con el eco de la traición, no solo mantenía una doble vida con una amante desde hacía un año, sino que también se dedicaba a grabar a mujeres sin su consentimiento. El santuario de la privacidad, el espacio íntimo del baño, el vestidor donde la vulnerabilidad se desnuda, se convertían en escenarios de su perverso juego. No importaba el vínculo, ni la cercanía, ni el respeto. Amigas, familiares, incluso la propia esposa, todas eran susceptibles de ser convertidas en objetos de su morbosa colección.

Valentina Batta, con la valentía que caracteriza a quienes alzan la voz contra la injusticia, se ha convertido en el altavoz de las víctimas. A través de su cuenta de TikTok, ha compartido el desgarrador testimonio de su amiga, preservando su identidad, pero amplificando su dolor para que otras mujeres puedan reconocerse en él y, juntas, buscar justicia. "Es posible que te haya grabado sin tu consentimiento…”, una frase que se clava como un dardo en la conciencia, sembrando la semilla de la duda y el temor en todas aquellas que alguna vez cruzaron el umbral del hogar de Alejandro “N”.

La historia de la esposa es un relato de devastación. La traición del adulterio palidece ante el horror del descubrimiento de las grabaciones. Imaginen el golpe, la incredulidad, la náusea al encontrar videos de sí misma, en la intimidad de su propio hogar, convertida en objeto del voyeurismo de su esposo. Imaginen el dolor añadido al descubrir que amigas y familiares, personas en quienes confiaba, también fueron víctimas de esta violación a su privacidad. “Una pesadilla”, así lo describe ella, y no hay palabras que puedan capturar la magnitud del trauma, las secuelas en la salud física y mental, la pérdida irreparable de la confianza.

Pero en medio del dolor, emerge la fuerza. El apoyo de familiares y amigos se convierte en un bálsamo, en el impulso para seguir adelante, para alzar la voz y exigir justicia. Y la justicia empieza por identificar a todas las víctimas, por tejer una red de solidaridad que permita a cada una de ellas romper el silencio y unirse a la lucha.

Por eso, el llamado es claro y urgente: si reconoces a Alejandro “N”, si alguna vez tuviste intimidad con él o si sospechas que pudiste haber sido grabada sin tu consentimiento, contacta a la cuenta de Instagram @abogadas.con.glitter. Tu testimonio es crucial. No estás sola. Juntas, podemos romper el ciclo de la impunidad y construir un futuro donde la intimidad sea respetada y la justicia prevalezca. La orden de restricción contra Alejandro “N” es un primer paso, pero la verdadera justicia llegará cuando todas las víctimas tengan la oportunidad de alzar su voz y exigir reparación por el daño causado. No permitamos que la oscuridad triunfe. Unámonos para iluminar el camino hacia la verdad y la justicia.