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22 de agosto de 2025 a las 09:30

Venezuela: ¿Amenaza o presión?

El fantasma de una intervención militar estadounidense en Venezuela planea de nuevo sobre el escenario político latinoamericano. Aunque la probabilidad de una incursión armada parezca remota, la retórica belicista proveniente de Washington no puede ser ignorada. Más allá de su viabilidad real, la amenaza de intervención funciona como una herramienta de presión, una carta más en el complejo juego geopolítico que envuelve al régimen de Nicolás Maduro.

Para el chavismo, esta retórica de confrontación se convierte en un arma de doble filo. Por un lado, la posibilidad de una intervención, aunque sea lejana, alimenta la incertidumbre y la inestabilidad, poniendo en riesgo la continuidad del régimen. Por otro lado, permite reavivar el discurso de la "patria sitiada", una narrativa históricamente eficaz para cohesionar a las bases más radicales y justificar la represión interna. El enemigo externo, en este caso Estados Unidos, se convierte en el chivo expiatorio perfecto para desviar la atención de los problemas internos y reforzar la imagen de un gobierno en resistencia.

Desde la óptica estadounidense, el objetivo parece claro: establecer límites al desafío chavista y forzar una transición hacia la democracia. En un año electoral, la carta venezolana se juega con especial intensidad, buscando captar el voto latino en Florida. La mera insinuación de una intervención militar busca generar presión psicológica y política sobre el régimen de Maduro, apostando a que la amenaza, aunque no se materialice, lo obligue a ceder en algunos puntos, ya sea negociando una salida pacífica, abriendo espacios a la oposición o moderando su política exterior.

Sin embargo, esta estrategia encierra riesgos considerables. La historia de las intervenciones estadounidenses en América Latina está plagada de fracasos y consecuencias devastadoras. Lejos de promover la democracia, estas intervenciones han dejado un legado de violencia, inestabilidad y resentimiento social. Pensar que Venezuela será la excepción a esta regla es, como mínimo, ingenuo.

Además, el uso electoralista de la retórica de la intervención puede ser contraproducente. Si el chavismo percibe la amenaza como un simple bluff, una maniobra destinada al consumo interno estadounidense, la presión perderá toda su eficacia.

La administración Biden se encuentra en una encrucijada. Necesita mostrar firmeza frente a un régimen acusado de violaciones a los derechos humanos y que representa una fuente de inestabilidad regional. Al mismo tiempo, debe evitar cruzar la línea roja que separa la disuasión de la intervención, consciente de que una acción militar podría desencadenar un conflicto regional de consecuencias impredecibles, especialmente teniendo en cuenta la promesa de Biden de priorizar la diplomacia y evitar nuevas guerras.

La situación en Venezuela es crítica. El éxodo masivo de venezolanos, la crisis humanitaria y la profunda crisis política exigen una solución urgente. Las declaraciones de Juan Guaidó, reflejando la desesperanza de un pueblo que ha agotado todas las vías pacíficas para el cambio, son un llamado a la acción de la comunidad internacional.

Si bien la hipótesis de una intervención militar parece improbable, la creciente presión internacional, las revelaciones sobre los vínculos del chavismo con el crimen organizado, y la necesidad de la administración Biden de mostrar resultados tangibles, abren un nuevo capítulo en la larga y compleja crisis venezolana. Los próximos meses serán cruciales para determinar el futuro del país. El mundo observa con atención, esperando una solución pacífica y democrática que ponga fin al sufrimiento del pueblo venezolano.

Fuente: El Heraldo de México