
22 de agosto de 2025 a las 09:20
Secretos de la fortuna familiar
El malestar que expresan algunos dentro del obradorismo, argumentando que la llamada "segunda generación" de la 4T ha dilapidado la supuesta decencia, ética, incorruptibilidad y austeridad del patriarca, resulta, cuando menos, ingenuo. La narrativa del presidente austero, honesto y enemigo de la corrupción simplemente no se sostiene ante el escrutinio. Los casos de Segalmex, los contratos a los hermanos de empresarios favorecidos, los negocios del hijo presidencial durante la pandemia, el desfalco al Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado… la lista de escándalos financieros durante el sexenio es larga y, lo más preocupante, impune. Lejos de perseguir y castigar a los responsables, la estrategia ha sido la justificación y la minimización, amparados en la retórica del complot y la persecución política. En la práctica, el obradorismo facilitó el enriquecimiento del círculo cercano al presidente.
Más allá de los casos de corrupción, el propio estilo de vida del presidente contradice el discurso de austeridad. Si bien es cierto que en el pasado utilizaba un Tsuru y vivía modestamente, el cambio a Suburban blindadas, la construcción de un departamento a su medida en Palacio Nacional, los viajes en aviones militares, el gusto por los zapatos ingleses y los trajes de marca, dibujan una realidad muy distinta a la pregonada. A esto se suma la construcción de un hospital aledaño a su residencia y la escolta militar permanente. Si bien la seguridad de un expresidente es importante, la opulencia de estas medidas contrasta con la austeridad que se le exige al pueblo y con la precariedad de los servicios de salud públicos a los que la mayoría de los mexicanos tienen acceso. Recordemos las arengas sobre “apretarse el cinturón” mientras se disfrutaba de privilegios negados incluso a expresidentes anteriores.
Y qué decir de las obras faraónicas, impulsadas a golpe de capricho y plagadas de irregularidades, que han supuesto un derroche de miles de millones de dólares. Dos Bocas, el Tren Maya… proyectos que siguen consumiendo recursos públicos sin ofrecer los beneficios prometidos. Estos ejemplos de despilfarro contrastan con la supuesta preocupación por las finanzas públicas y la austeridad.
En este contexto, las cenas de miles de pesos de los "cachorros" de la 4T, los viajes en primera clase de senadores, los lujos de diputados y gobernadores, no representan una traición al legado del presidente, sino una consecuencia lógica del mismo. Lejos de dilapidar la herencia del patriarca, la segunda generación la reproduce y la amplifica. El discurso de la austeridad y la lucha contra la corrupción se ha convertido en una fachada que oculta una realidad de privilegios, despilfarro e impunidad. Lo que algunos llaman la "segunda generación" no es más que la expresión más descarada de la primera. Es la consolidación de un sistema que, bajo la bandera de la transformación, ha perpetuado y agravado los vicios que prometía erradicar.
Fuente: El Heraldo de México