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21 de agosto de 2025 a las 17:35
Tatuajes: Esperanza en la Piel
La desaparición de Margarita Cuevas Suárez en Xochimilco el 4 de junio de 2022, y el posterior hallazgo de su cuerpo 13 días después en Morelos, sin que su familia fuera notificada hasta diciembre de 2024, destapa una profunda problemática en los procesos de identificación y búsqueda de personas desaparecidas en México. La joven de 19 años, miembro de la comunidad LGBTIQ+, se desvaneció tras ser vista por última vez en la colonia Ampliación Tepepan. Su celular la ubicaba en la zona de Cuemanco, a 9 kilómetros de distancia. Su sueño, según sus familiares, era simple: formar una familia y tener una casa cerca del mar. Trabajaba arduamente como repartidora en un minisuper para alcanzarlo.
La investigación familiar desveló imágenes de cámaras de seguridad que mostraban a Margarita entrando a un domicilio en San Mateo Xalpa, Xochimilco, acompañada de cuatro hombres. Había sido invitada a una fiesta por amigos. Este fue el último rastro visual antes del trágico desenlace en Temixco, Morelos. Mientras su familia la buscaba incansablemente, su cuerpo permanecía en el Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) de Morelos sin ser identificado, un fallo estremecedor en el sistema.
La labor incansable del Colectivo "Una Luz en el Camino" fue crucial para la identificación de Margarita en diciembre de 2024, tras revisar los registros forenses de la Fiscalía estatal. La coincidencia de sus tatuajes con un cuerpo con dos impactos de arma de fuego fue la clave. Sin embargo, la identificación llegó demasiado tarde para su madre, María Guadalupe Suárez Vázquez, quien falleció víctima de cáncer cervicouterino tras más de tres años de búsqueda incesante. La tragedia se agravaba con la condición del cuerpo de Margarita, al que le faltaban piezas dentales y una extremidad superior, aumentando el clamor por justicia.
El testimonio de Jacqueline Palmeros, integrante del colectivo, revela la dificultad para acceder a información por parte de quienes no son familiares directos, un obstáculo que retrasa la identificación y prolonga el sufrimiento de las familias. Los más de 10 tatuajes de Margarita, desde personajes animados hasta nombres y fechas, se convirtieron en la pieza clave para su identificación, ilustrando el potencial de la tinta en la piel como herramienta de búsqueda en un país con más de 123,000 personas desaparecidas.
Este caso pone en relieve la evolución del tatuaje, desde su origen estigmatizado en ambientes carcelarios hasta su actual aceptación como forma de expresión artística e identidad. Expertos tatuadores como Itziar Martínez "Luzbell" y Daphne Liseth Martínez coinciden en el poder identificativo del tatuaje, incluso como repositorio de información vital a través de códigos QR.
La Dra. Ana Itzel Juárez Martín, antropóloga de la UNAM, destaca el valor del tatuaje en la sistematización de los procesos de búsqueda. Su fácil identificación visual, bajo costo y carácter no invasivo lo convierten en una herramienta valiosa. Además, la Dra. Juárez Martín subraya la posibilidad de analizar los tatuajes para reconstruir la ruta de una persona desaparecida, delimitando áreas de búsqueda.
La construcción de un banco de imágenes de tatuajes para la búsqueda de personas desaparecidas, aunque compleja en términos logísticos y éticos, se presenta como una posibilidad a futuro. La Dra. Juárez Martín, coordinadora del proyecto "Regresa" de la UNAM, enfatiza la importancia de la confidencialidad, anonimato y seguridad en el manejo de dicha información, evitando su uso comercial y garantizando su uso exclusivo para fines de investigación. El caso de Margarita Cuevas Suárez nos llama a reflexionar sobre la necesidad de optimizar los procesos de identificación y búsqueda, explorando nuevas herramientas como el tatuaje, y garantizando el acceso a la información para agilizar la justicia y aliviar el dolor de las familias que buscan a sus seres queridos.
Fuente: El Heraldo de México