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21 de agosto de 2025 a las 09:30

Secretos Revelados

El eco de los pasos resonando en el asfalto no es solo el sonido de una marcha, es el grito desesperado de cientos de familias mexicanas que enfrentan una batalla desgarradora contra el cáncer infantil. No es una lucha contra la enfermedad únicamente, sino también contra la indiferencia, contra la burocracia, contra la escasez de medicamentos oncológicos que se traduce en noches de insomnio y angustia para padres que ven a sus hijos sufrir sin poder aliviar su dolor. Imaginen por un instante la impotencia de tener en sus manos el diagnóstico, la prescripción médica, pero no el medicamento que podría marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Ese es el escenario que viven a diario familias en todo el país, obligadas a peregrinar de hospital en hospital, a agotar sus ahorros, a endeudarse, a tocar puertas que a menudo permanecen cerradas. La "Marcha Nacional: Queremos Medicina", impulsada por la Asociación Nariz Roja, no es un simple acto de protesta, es un clamor que nace desde las entrañas del sufrimiento, un llamado urgente a las autoridades para que dejen de mirar hacia otro lado.

No podemos seguir hablando de cifras y presupuestos cuando lo que está en juego son vidas humanas, vidas de niños que merecen una oportunidad de luchar, de crecer, de soñar. No se trata de un favor, se trata de un derecho fundamental, un derecho que el Estado mexicano tiene la obligación de garantizar. El acceso a medicamentos oncológicos no puede ser un privilegio, debe ser una realidad para todos los niños, sin importar su condición social, su lugar de origen o la complejidad de su enfermedad.

La falta de medicamentos oncológicos no es un problema nuevo, es una herida abierta que se ha agravado con el tiempo, una deuda histórica que el gobierno actual, al igual que el anterior, no ha podido saldar. Se han prometido soluciones, se han anunciado programas, pero la realidad en los hospitales sigue siendo la misma: anaqueles vacíos, tratamientos interrumpidos, esperanza que se desvanece. ¿Cuántas familias más tendrán que vivir esta pesadilla antes de que se tomen medidas concretas y efectivas?

Es necesario ir más allá de los discursos, se requiere una acción contundente, una política pública integral que garantice el abasto oportuno y suficiente de medicamentos oncológicos en todo el país. Se necesita transparencia en la gestión de los recursos, eficiencia en la cadena de suministro y, sobre todo, sensibilidad y empatía hacia el dolor de las familias que enfrentan esta terrible enfermedad. No basta con aumentar el presupuesto, es fundamental implementar mecanismos de control y seguimiento que aseguren que los recursos lleguen a quienes realmente los necesitan.

La marcha de Nariz Roja es un recordatorio de que la lucha contra el cáncer infantil no es solo una responsabilidad del sector salud, es una tarea que nos compete a todos como sociedad. Es un llamado a la solidaridad, a la empatía, a la acción. Debemos unir nuestras voces a las de estas familias y exigir que se les garantice el acceso a los medicamentos que sus hijos necesitan. No podemos permitir que la indiferencia se convierta en cómplice de la tragedia. El futuro de nuestros niños está en juego. El tiempo de actuar es ahora.

Fuente: El Heraldo de México