
21 de agosto de 2025 a las 04:35
Oaxaca: ¿Plagio de tradición?
La indignación retumba en la Mixteca Baja, en el corazón del Ñuu Savi, la tierra de la lluvia. Los diablos de Juxtlahuaca, guardianes de una tradición ancestral, alzan la voz ante lo que consideran una afrenta a su cultura: la apropiación de sus vestimentas sagradas en la colección “Diablos y Tecuanes”. La chispa que encendió la polémica fue un video promocional, ahora borrado del ciberespacio, donde se exhibían pantalones de cuero, réplicas casi exactas de los que portan con orgullo estos personajes emblemáticos de Oaxaca.
Froylán García, artesano y líder de un grupo de la región, no escatima palabras al condenar la acción del diseñador Ricardo Campa y la empresa norteamericana Headquarter. "No es un simple traje," declara con firmeza, "es la piel de nuestra historia, la memoria viva de nuestros antepasados." La preocupación va más allá de la copia estética, se centra en la trivialización de un símbolo cargado de significado espiritual y cultural. "Cada puntada, cada adorno, cada pieza de cuero cuenta una historia," explica García, "y al replicarla sin respeto, se vacía de su esencia, se convierte en un mero disfraz."
La globalización, ese monstruo de doble filo, se presenta como un factor agravante. Si bien abre puertas al mundo, también expone las tradiciones a la voracidad de un mercado sediento de novedades. "No nos oponemos al intercambio cultural," aclara García, "pero exigimos respeto, reconocimiento y, sobre todo, que se nos consulte antes de comercializar nuestra identidad." El temor a la distorsión, a la tergiversación de su danza y su significado, sobrevuela la comunidad como un ave de mal agüero. El recuerdo de otras apropiaciones culturales, como las atribuidas al Ballet Folklórico de México, aviva la desconfianza.
El valor económico de los trajes originales, que puede oscilar entre los 70 mil y los 100 mil pesos, dependiendo de la complejidad de su elaboración, pone en evidencia el contraste con el posible beneficio económico que recibiría la comunidad por la utilización de su imagen. "No se trata solo de dinero," puntualiza García, "se trata de justicia, de reconocer el valor de nuestro patrimonio cultural." Las máscaras, otro elemento fundamental de la indumentaria, alcanzan precios que superan los 7 mil pesos, mientras que los chicotes, elaborados con piel de res, se cotizan entre los 900 y los 1,200 pesos. Cada pieza es una obra de arte, fruto del trabajo minucioso de manos artesanas que han heredado el conocimiento de generación en generación.
La propuesta de crear una denominación de origen surge como un escudo protector ante futuras usurpaciones. Se busca blindar la identidad cultural de los diablos de Juxtlahuaca, establecer un marco legal que reconozca la autoría y proteja la autenticidad de sus trajes. El secretario de Culturas y Artes de Oaxaca, Flavio Sosa, ha mostrado su disposición a dialogar con las autoridades de Santiago Juxtlahuaca para abordar el tema y buscar soluciones conjuntas. La reunión se espera con ansias, como un primer paso hacia la reivindicación de los derechos culturales de una comunidad que se niega a ver su identidad convertida en mercancía. La lucha apenas comienza, el rugido de los diablos de Juxtlahuaca resonará hasta que se haga justicia.
Fuente: El Heraldo de México