
21 de agosto de 2025 a las 09:25
México: ¿Pivote entre Asia y el BRICS?
La presentación en San Luis Potosí del "Balance económico sobre desarrollo industrial y T-MEC" no fue un evento más en la agenda política. Fue la puesta en escena de una nueva era en la diplomacia económica mexicana, una respuesta estratégica ante la creciente ola proteccionista global y, específicamente, ante el discurso de Donald Trump. Este nuevo enfoque, impulsado por el entonces presidente López Obrador y la presidenta electa Sheinbaum, busca consolidar el comercio exterior y la inversión extranjera como pilares del crecimiento, pero con una visión renovada: reorientar las cadenas productivas para disminuir la dependencia de China y fortalecer la integración regional a través del T-MEC.
No se trata simplemente de una decisión económica, sino de una jugada geopolítica de gran envergadura. Ante la presión de Washington para "desacoplar" a China de las cadenas de suministro norteamericanas, México se encuentra en una posición delicada: debe reposicionarse estratégicamente sin renunciar a las oportunidades que ofrece el dinamismo asiático. El desafío es considerable, ya que en 2024, el 20% de las importaciones mexicanas provenían de China, incluyendo bienes intermedios de alto valor como maquinaria, semiconductores y componentes automotrices. Sustituir este flujo no será tarea fácil, considerando la combinación de precios competitivos, dominio tecnológico y capacidad productiva que China ha logrado consolidar. Además, esta dependencia no es exclusiva de México; Estados Unidos también enfrenta un reto similar, con China representando un porcentaje significativo de sus importaciones. Esto nos indica que la reconfiguración de las cadenas de suministro debe ser un esfuerzo regional coordinado, una tarea conjunta entre México, Estados Unidos y Canadá.
En este contexto, el Plan México emerge como la hoja de ruta para la transformación económica del país. Con metas ambiciosas para 2030, el plan busca posicionar a México entre las diez economías más grandes del mundo, incrementar la inversión, generar empleos especializados y fortalecer la industria nacional. Sin embargo, la capacidad industrial actual presenta un obstáculo para alcanzar estos objetivos, especialmente en la sustitución de importaciones críticas. Sectores clave como textil, muebles, maquinaria y electrónica requieren una profunda modernización, inversión estratégica y transferencia de tecnología para alcanzar la competitividad necesaria.
El tablero global presenta un panorama complejo. El bloque BRICS, con el liderazgo económico de China e India, se consolida como un actor fundamental en el escenario internacional. China mantiene su posición como gigante manufacturero, mientras que India emerge con fuerza en sectores como farmacéutica y tecnología. Japón y Corea del Sur, aunque no pertenecen al BRICS, representan socios estratégicos para México debido a su capital y conocimiento industrial. El dilema para México radica en encontrar el equilibrio entre la presión estadounidense y la necesidad de mantener vínculos con los mercados, las tecnologías y el capital asiático.
La experiencia de los países asiáticos ofrece lecciones valiosas para México. La planificación industrial a largo plazo, la creación de clústeres tecnológicos, la formación técnica masiva, la atracción de inversión extranjera con transferencia de tecnología y una diplomacia económica activa son elementos clave para el éxito. México cuenta con antecedentes positivos en la colaboración con países asiáticos, como el Acuerdo de Asociación Económica con Japón y la colaboración con la JICA en el Bajío. Sin embargo, es crucial trascender las experiencias aisladas y construir una estrategia integral de largo plazo.
Para lograr este objetivo, se requieren acciones concretas y urgentes. Una estrategia México-Asia 2030 que priorice sectores estratégicos como 5G, energías limpias y logística; una participación selectiva en el BRICS, aprovechando las oportunidades de financiamiento del Nuevo Banco de Desarrollo; la creación de un fondo binacional de coinversión para sustituir importaciones críticas con transferencia tecnológica obligatoria; el desarrollo de clústeres industriales con estándares asiáticos; y la implementación de programas masivos de capacitación técnica son propuestas que deben considerarse.
El Plan México tiene el potencial de transformar a México, pasando de ser un país ensamblador a un productor y exportador de tecnología. Sin embargo, el tiempo apremia. La revisión del T-MEC en 2026 y la competencia regional por las inversiones asiáticas no permiten improvisaciones. México se encuentra ante una oportunidad histórica para convertirse en un puente industrial entre América del Norte y Asia. En el ámbito de la economía y la diplomacia, las oportunidades no esperan: se aprovechan o se pierden. Este es el momento de México.
Fuente: El Heraldo de México