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21 de agosto de 2025 a las 12:25

Justicia para Gabriela: Fiesta mortal

La tragedia que ha enlutado a Puerto Rico tras el brutal asesinato de Gabriela Nicole Pratts Rosario nos obliga a reflexionar sobre la violencia que se gesta en nuestra sociedad, una violencia que se alimenta de rencores juveniles y que, en este caso, ha culminado en un acto de barbarie inimaginable. Una joven vida, llena de sueños y promesas, truncada por la premeditación y la crueldad de un grupo de adolescentes. Ocho puñaladas, ocho heridas profundas que no solo han destrozado el cuerpo de Gabriela, sino que también han desgarrado el alma de una familia y conmocionado a todo un país.

La indignación que sentimos es compartida, la rabia nos ahoga al conocer los detalles de este feminicidio, un acto de violencia extrema que nos muestra la cara más oscura de la condición humana. No podemos, ni debemos, permanecer indiferentes ante este tipo de atrocidades. Es necesario un llamado a la reflexión, a la acción, a la unión como sociedad para erradicar la violencia de raíz.

La revelación de que la agresión fue planificada, una trampa tendida con alevosía, aumenta la repulsión y el dolor. Seis jóvenes, cegadas por la ira o por un motivo aún desconocido, decidieron arrebatarle la vida a Gabriela. La participación de una adulta, la madre de una de las agresoras, agrava aún más la situación, mostrando una preocupante falta de valores y un ejemplo devastador para las jóvenes implicadas. ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo cuando una madre no solo no impide un acto de violencia tan extremo, sino que participa activamente en él?

El testimonio desgarrador de Lisandra Rosario, madre de Gabriela, quien presenció el brutal ataque mientras era retenida por las agresoras, es un grito de dolor que resuena en todos nosotros. La impotencia, la angustia y el sufrimiento de una madre que ve cómo le arrebatan a su hija de la manera más cruel imaginable son indescriptibles. Su dolor nos conmueve profundamente y nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de proteger a nuestros seres queridos.

Las investigaciones en curso nos darán más luz sobre los motivos que llevaron a estas jóvenes a cometer semejante acto. La justicia deberá actuar con contundencia, sin contemplaciones, para que este crimen no quede impune. Pero más allá de las sanciones legales, es necesario un cambio profundo en nuestra sociedad. Debemos educar en valores, en respeto, en tolerancia, para prevenir que este tipo de tragedias se repitan. La educación es la herramienta más poderosa que tenemos para construir un futuro mejor, un futuro donde la violencia no tenga cabida.

El mensaje de Vincent, primo de Gabriela, "no confíes en todo el mundo", refleja la desconfianza y el miedo que este crimen ha generado en la sociedad. Es un llamado a la prudencia, pero también una triste constatación de la realidad que vivimos. Debemos trabajar juntos para reconstruir la confianza, para crear un entorno seguro donde nuestros jóvenes puedan crecer y desarrollarse plenamente, sin miedo a la violencia. El recuerdo de Gabriela Nicole debe servirnos de inspiración para luchar por un Puerto Rico más justo y pacífico, donde la vida sea valorada y respetada por encima de todo.

Fuente: El Heraldo de México