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21 de agosto de 2025 a las 04:10

Impacto de la gentrificación y turistificación en México

La llegada de extranjeros a México y el auge del turismo internacional, dos caras de una misma moneda, están transformando el paisaje urbano y económico de nuestro país. Si bien la inyección de capital y la creación de empleos son innegables, la sombra de la gentrificación y la turistificación se cierne sobre barrios tradicionales, amenazando con desplazar a comunidades enteras y homogeneizar la rica cultura local. El debate es complejo y requiere un análisis profundo que vaya más allá de la simple dicotomía entre "bienvenidos" y "fuera".

En el corazón de la controversia se encuentra la gentrificación, un proceso que, si bien no es nuevo, ha cobrado fuerza en los últimos años. La creciente demanda de vivienda por parte de extranjeros, atraídos por el clima, la cultura y un costo de vida comparativamente menor, ha disparado los precios de las rentas en zonas céntricas de ciudades como la CDMX, Guadalajara y Monterrey. Colonias emblemáticas como la Roma, la Condesa, la Americana o el Barrio Antiguo, otrora vibrantes centros de vida comunitaria, se están transformando en enclaves exclusivos, inaccesibles para la mayoría de los mexicanos.

El aumento de hasta un 60% en los precios de alquiler en algunas zonas ha obligado a familias de largo arraigo a abandonar sus hogares, buscando refugio en periferias cada vez más alejadas, con la consecuente pérdida de redes sociales, acceso a servicios y oportunidades. La proliferación de nómadas digitales, si bien aporta dinamismo a la economía, también contribuye a esta presión inmobiliaria, generando una competencia desigual por el espacio habitable.

Paralelamente, el turismo, motor económico innegable, ha desatado un proceso de turistificación que, en algunos casos, ha resultado devastador para las comunidades locales. Destinos como Tulum, Playa del Carmen y Oaxaca, seducidos por la promesa de una bonanza económica, han visto cómo su identidad se diluye en un mar de hoteles boutique, restaurantes gourmet y tiendas de souvenirs.

La adaptación al gusto del turista internacional ha llevado a un encarecimiento generalizado de los servicios, dejando a los habitantes locales con opciones cada vez más limitadas. Mercados tradicionales, otrora centros de abasto asequibles, se transforman en atracciones turísticas, con precios inflados que reflejan la demanda extranjera. La proliferación de plataformas como Airbnb, si bien ofrece oportunidades económicas a algunos, también contribuye a la escasez de vivienda disponible para la población local y al aumento de los precios.

Es necesario, pues, un debate serio y responsable que aborde las complejidades de estos fenómenos. No se trata de demonizar la inversión extranjera ni el turismo, sino de encontrar un equilibrio que permita el desarrollo económico sin sacrificar el tejido social y la identidad cultural de nuestras ciudades. Se requieren políticas públicas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a las comunidades vulnerables y promuevan un turismo sostenible que beneficie a todos, no solo a unos pocos. El futuro de nuestras ciudades depende de nuestra capacidad para encontrar soluciones creativas e inclusivas que permitan la convivencia armónica entre lo local y lo global.

Fuente: El Heraldo de México