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21 de agosto de 2025 a las 09:30

¿Fracaso diplomático? México en la mira

El relevo en la embajada de México en Italia ha encendido un debate crucial sobre el rumbo de la diplomacia mexicana. La sustitución de Carlos García de Alba, un diplomático de carrera con una trayectoria impecable, por Genaro Lozano, un académico y analista político sin experiencia en el Servicio Exterior Mexicano, ha generado interrogantes sobre los criterios que rigen estas decisiones. Más allá de las capacidades individuales de Lozano, su nombramiento pone de manifiesto una tendencia preocupante: la creciente politización de la diplomacia, donde la cercanía política parece primar sobre la experiencia y la trayectoria.

Esta situación contrasta con la sólida tradición diplomática que México construyó durante décadas, un legado forjado con el liderazgo en iniciativas como el Grupo Contadora y las gestiones de embajadores que posicionaron al país como un actor confiable y respetado en el escenario internacional. Recordar estos momentos de brillantez diplomática nos obliga a reflexionar sobre el presente y el futuro de nuestra representación en el exterior. ¿Estamos sacrificando la profesionalización y la experiencia en aras de la afinidad política?

La labor de un embajador trasciende la representación del gobierno en turno; encarna la imagen del Estado mexicano en su conjunto. Requiere la habilidad de construir puentes, de negociar con destreza y de tender lazos incluso con aquellos gobiernos cuyas ideologías difieren de las nuestras. Es una tarea que exige no solo conocimiento teórico, sino también la pericia que solo se adquiere con años de experiencia en el campo diplomático.

El caso de Italia es particularmente delicado. Se trata de un socio estratégico para México, con quien mantenemos importantes vínculos comerciales, culturales y políticos. La llegada de un embajador que ha expresado públicamente críticas a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, podría generar tensiones y dificultar el diálogo bilateral. Si bien el derecho a la libertad de expresión es fundamental, en la diplomacia la prudencia y la mesura son esenciales para mantener relaciones cordiales y productivas.

La preocupación se extiende más allá de la embajada en Italia. El nombramiento de Lozano se suma a una serie de designaciones que parecen responder más a criterios políticos que a la necesidad de contar con representantes con la experiencia y la formación adecuadas para desempeñar un papel tan delicado. Esta práctica debilita al Servicio Exterior Mexicano, un cuerpo diplomático que se ha distinguido por su profesionalismo y su capacidad para defender los intereses del país en el escenario internacional.

El debate no se centra en cuestionar la capacidad intelectual de Genaro Lozano, sino en enfatizar la importancia de la experiencia y la formación diplomática en un mundo cada vez más complejo. La diplomacia no es un espacio para la improvisación ni para el aprendizaje sobre la marcha. Se trata de una disciplina que exige rigor, preparación y una profunda comprensión de las dinámicas internacionales. En un contexto global incierto, México necesita una diplomacia sólida, liderada por profesionales capaces de navegar las complejidades del escenario internacional y defender los intereses del país con eficacia. La apuesta por una diplomacia profesional, con diplomáticos de carrera al frente, es una inversión estratégica para el futuro de México.

Fuente: El Heraldo de México