
21 de agosto de 2025 a las 09:20
Domina el arte de negociar con Trump
Navegar las aguas turbulentas de la política estadounidense, especialmente durante la administración Trump, requiere una destreza y sutileza dignas de un estratega consumado. Axios, en su reveladora columna "Behind the Curtain", nos ofrece un vistazo a las intrincadas reglas del juego, un manual de supervivencia en la corte del magnate convertido en presidente. Lejos de las formalidades protocolares y los canales diplomáticos tradicionales, se dibuja un escenario donde la intuición y la lectura entre líneas son tan cruciales como la propia agenda política.
El silencio, como primera regla, se erige como un escudo protector en un ambiente donde la lealtad se pone a prueba constantemente. Cualquier crítica, incluso susurrada en la privacidad de un círculo cercano, puede ser amplificada por los oídos siempre atentos de los cortesanos, ansiosos por demostrar su fidelidad al emperador. Embajadores y lobistas se convierten en guardianes del silencio, apaciguando las ansiedades de sus superiores y buscando soluciones discretas, lejos del escrutinio público.
La impulsividad, sello distintivo de la era Trump, exige una paciencia casi estoica. Reaccionar de inmediato a sus arrebatos es un error de principiante. El verdadero arte reside en la espera, en discernir si la tormenta es pasajera o si se avecina un cambio de rumbo definitivo. Días, incluso semanas, pueden ser necesarias para descifrar el verdadero significado de sus palabras y acciones.
El presidente, nos revela Axios, escucha con dos oídos. Uno, atento a las demandas puritanas de sus seguidores más fervientes, los guardianes del legado MAGA, recelosos de cualquier influencia externa. El otro, más pragmático, se abre a las voces de la razón, a los consejos de aquellos que navegan en las aguas de la política tradicional. Equilibrar estas dos fuerzas, comprender qué discurso resuena en cada momento, es fundamental para ganar su favor.
En el universo Trump, todo es negociable. La política se convierte en un gran tablero de ajedrez donde las transacciones y los "grandes acuerdos" son las piezas clave. La imagen lo es todo. Pompa, circunstancia y relaciones públicas se entrelazan en una coreografía cuidadosamente orquestada, donde la conmoción y el asombro son armas estratégicas. La indignación, lejos de ser un obstáculo, se convierte en un combustible para alimentar la narrativa.
El servilismo, sin embargo, debe manejarse con cautela. Si bien la adulación puede abrir algunas puertas, la verdadera llave del éxito reside en comprender las motivaciones del presidente. Presentarle una idea no como un acto de sumisión, sino como una oportunidad para su propio beneficio, es la estrategia más efectiva.
La cercanía personal, el contacto directo, desarma la retórica incendiaria que caracteriza sus apariciones públicas. Cara a cara, Trump se muestra más afable, más receptivo, menos errático. Estar presente en la sala, lejos de las cámaras y el frenesí de las redes sociales, es un privilegio que otorga una invaluable ventaja.
Finalmente, la lección más importante: ningún acuerdo es definitivo. La volubilidad del presidente es una constante, un factor impredecible que puede cambiar el curso de las negociaciones en un instante. Un video, una conversación casual, pueden desbaratar semanas de trabajo. La celebración, por lo tanto, debe ser cautelosa, consciente de la fragilidad de los pactos alcanzados.
Estas tácticas, como bien señala Axios, no son nuevas. Son las reglas no escritas del poder, aplicadas con maestría por aquellos que buscan influir en las decisiones del hombre más poderoso del mundo. Un juego de paciencia, astucia y perseverancia, donde la recompensa es la posibilidad de moldear el destino de una nación.
Fuente: El Heraldo de México