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21 de agosto de 2025 a las 09:15

Desentrañando la Reforma Electoral

La democracia mexicana se encuentra en la antesala de un nuevo capítulo: la reforma electoral 2025-2026. Este proceso, crucial para el futuro del país, abre un espacio de diálogo y debate en torno a los mecanismos que rigen nuestra vida política. Se avecinan mesas de discusión, foros y consultas públicas que prometen ser el epicentro de un intenso intercambio de ideas. A once años de la última reforma, el panorama político ha experimentado transformaciones significativas, demandando una revisión exhaustiva y creativa de nuestro sistema electoral para fortalecerlo y hacerlo más eficiente.

Afortunadamente, no partimos de cero. A lo largo de las últimas décadas, México ha construido un sólido andamiaje institucional que ha sentado las bases de nuestra democracia. Hemos transitado de un sistema controlado por el gobierno a uno donde la independencia y autonomía de los organismos electorales son pilares fundamentales. Este logro, fruto de años de lucha ciudadana, ha permitido la construcción de un sistema de partidos fuerte y bien organizado, garantizando la pluralidad y la competitividad en todos los niveles de elección popular. Morena, el partido en el poder, es un producto de este mismo esquema, un testimonio de la eficacia del sistema que ahora se busca reformar.

Es imperativo que cualquier reforma reconozca el valor de los partidos políticos como instancias de interés público, dotándolos de las condiciones necesarias para una competencia justa y equitativa. La creación del IFE, posteriormente el INE, y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, son hitos en la historia de nuestra democracia. Estas instituciones, nacidas de la necesidad de sacar al gobierno de las tareas electorales, han sido clave para construir la confianza ciudadana en la organización de elecciones libres, confiables y con resultados creíbles. Sin ellas, la alternancia en el poder, un signo vital de una democracia saludable, no habría sido posible.

La reforma que se avecina no debe caer en la tentación de demoler lo construido. Contamos con herramientas valiosas como la credencial para votar con fotografía, procedimientos ciudadanos como el conteo de votos en las casillas, y un Servicio Profesional Electoral Nacional, tanto en el INE como en los OPLEs, que ha demostrado su capacidad para organizar elecciones exitosas en todo el territorio nacional. Estos elementos, cimentados en la confianza ciudadana, son activos que debemos preservar y fortalecer.

Si bien es cierto que todo sistema es perfectible, y que en materia electoral siempre hay espacio para la innovación y la creatividad, la premisa del cambio no puede ser la negación de los logros alcanzados. Argumentar que los órganos electorales nunca han sido independientes, o calificar el sistema actual como una farsa, como se ha escuchado en algunas voces, es un despropósito que ignora la historia de lucha y el esfuerzo ciudadano que ha hecho posible la democracia que hoy tenemos.

México cuenta con una rica historia de transición democrática, construida por miles de ciudadanos que, más allá de los consejeros electorales, han defendido la pluralidad y la participación ciudadana. La nueva reforma electoral debe partir del reconocimiento de esta fortaleza, de la historia ciudadana que, hace más de treinta años, optó por la democracia como el camino para un futuro mejor. Es en este espíritu de diálogo, construcción y respeto a lo logrado, que debemos afrontar el reto de la reforma electoral 2025-2026. El futuro de nuestra democracia depende de ello.

Fuente: El Heraldo de México