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22 de agosto de 2025 a las 02:40

Conoce a Aquiles, el nuevo oficial canino de tránsito

En el bullicio constante del Centro Histórico de la Ciudad de México, donde el ritmo acelerado de la vida urbana a menudo opaca las pequeñas historias de compasión, un acto de bondad por parte de los policías de la Subsecretaría de Control de Tránsito ha conmovido a la comunidad. Aquiles, un cachorro de apenas dos meses de edad, encontró un hogar inesperado lleno de amor y cuidados en la Dirección de Operación Vial Zona 2 Centro, gracias a la intervención oportuna de los oficiales. Su rescate, en la intersección de las calles Corregidora y Correo Mayor, no solo lo salvó de una situación potencialmente peligrosa, sino que también ha tejido un lazo entrañable entre el pequeño can y los miembros de la corporación.

La imagen de Aquiles, ataviado con un diminuto traje fosforecente que imita el uniforme de la Policía de Tránsito, se ha convertido en un símbolo de esperanza y un recordatorio de la capacidad humana para la empatía. Más allá de la anécdota curiosa, este gesto refleja un compromiso profundo con el bienestar animal, un valor que se extiende más allá de las responsabilidades inherentes a la labor policial. La dedicación de la oficial que adquirió los artículos esenciales para el cachorro – el tazón, las croquetas, la correa, y ese pequeño traje que lo hace sentir parte del equipo – habla de una sensibilidad especial, de una vocación de servicio que trasciende las fronteras de la especie.

Este conmovedor episodio nos recuerda la importancia de la observación y la acción oportuna. Los oficiales, al percatarse de la situación vulnerable del cachorro, no dudaron en intervenir, dialogando con la ciudadana y ofreciéndole una alternativa segura para el animal. La entrega voluntaria del perrito demuestra, a su vez, la confianza depositada en la institución y la creciente conciencia ciudadana sobre el cuidado responsable de las mascotas.

La historia de Aquiles resuena con un caso similar ocurrido hace apenas un mes: el rescate de Fritzia, o Lulú, como se descubrió posteriormente. Este otro episodio, protagonizado por la misma corporación, ilustra la frecuencia con la que los animales se encuentran en situaciones de riesgo en el entorno urbano, especialmente en vialidades de alta velocidad como el Viaducto Miguel Alemán. La desorientación y el miedo que experimentó Lulú al correr entre los vehículos, pone de manifiesto la importancia de la vigilancia y la pronta respuesta de las autoridades, así como la colaboración ciudadana para alertar sobre estos incidentes.

El feliz reencuentro de Lulú con su dueña, gracias a la difusión del caso en redes sociales y noticieros, subraya el poder de la comunicación y la solidaridad en la comunidad. La labor de la SSC y la Brigada de Vigilancia Animal en la coordinación de la entrega, junto con los consejos brindados a la propietaria para prevenir futuras fugas, refleja un enfoque integral en el cuidado animal, que va más allá del rescate inmediato y se preocupa por la seguridad a largo plazo.

Tanto la historia de Aquiles como la de Lulú nos invitan a reflexionar sobre nuestra responsabilidad individual y colectiva en la protección de los animales. Son ejemplos inspiradores que demuestran que, incluso en medio del caos urbano, la compasión y la empatía pueden florecer, creando un espacio para la esperanza y la construcción de una sociedad más justa y solidaria con todas las formas de vida.

Fuente: El Heraldo de México