La tarde dominical en San Pedro de la Paz se tiñó de rojo con la violencia absurda que segó la vida de Macarena, una joven madre de 33 años, trabajadora y con sueños por cumplir. Un altercado vial, tan común en nuestras congestionadas calles, escaló a niveles inimaginables, culminando en una balacera que dejó a una familia destrozada y a una comunidad conmocionada. El eco de los disparos aún resuena en la Avenida Pedro Aguirre Cerda, cerca de la pasarela Los Claveles, testigo mudo de la tragedia que se desencadenó a las 15:45 horas del pasado domingo 17 de agosto.

Según el desgarrador testimonio del esposo de Macarena, quien conducía el Hyundai blanco en el que viajaban, una camioneta negra Chevrolet Captiva los seguía de cerca, realizando maniobras temerarias, zigzagueando peligrosamente como si buscara intimidarlos. La tensión en el interior del vehículo, donde también se encontraba la hija adolescente de la pareja, debió ser insoportable. De pronto, sin mediar palabra, sin una discusión previa, la camioneta los adelantó y una lluvia de balas impactó contra el vehículo familiar. Macarena, en el asiento del copiloto, recibió la peor parte. Su esposo e hija, ilesos físicamente pero con el alma hecha añicos, vieron cómo la vida de su amada se apagaba ante sus ojos. El horror de la escena, la impotencia ante la violencia desatada, los marcará para siempre.

Las autoridades, representadas por la capitán Nadia Hernández de la Sexta Comisaría de San Pedro de la Paz, confirmaron la dinámica de los hechos y la brutalidad del ataque. El fiscal Felipe Calabrano, a cargo de la investigación, ha calificado el suceso como un "altercado entre conductores", originado por un problema de adelantamiento. Increíblemente, algo tan trivial se transformó en un acto criminal que ha dejado a una niña sin madre, a un hombre sin esposa y a una familia sumida en el dolor más profundo.

Mientras la Brigada de Homicidios de la PDI trabaja incansablemente para dar con los responsables, la tía de Macarena, Marlene, clama por justicia. Su voz, quebrada por la angustia, refleja el sentir de una comunidad que exige un freno a la violencia descontrolada que azota nuestras calles. Sus palabras, dirigidas al Presidente Gabriel Boric, son un llamado desesperado a la empatía, a la acción, a la protección de la ciudadanía. "¿Si usted me está escuchando, ahora que usted es papá, colóquese en el lugar de este papá…", implora Marlene, recordándonos que detrás de las frías estadísticas hay historias de vidas truncadas, familias destruidas y un futuro incierto.

Este caso no puede quedar impune. La muerte de Macarena no puede ser una cifra más en la larga lista de víctimas de la violencia. Es un llamado urgente a la reflexión, a la acción y a la construcción de una sociedad donde la vida humana se valore por encima de cualquier diferencia en el tránsito. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar la impunidad? ¿Hasta cuándo viviremos con el miedo constante de ser víctimas de la irracionalidad? La justicia para Macarena es la justicia para todos.