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21 de agosto de 2025 a las 01:50

¡Robó millones para ser Maestro Pokémon!

La fiebre por los Pokémon ha llegado a niveles insospechados. No hablamos de niños coleccionando cromos, sino de un adulto, Mitch William Gross, de 34 años, quien ha llevado su pasión por estas criaturas de bolsillo a un terreno pantanoso, terminando con una condena de cuatro meses en prisión federal. ¿Su delito? Un fraude bancario que asciende a la friolera de 2.74 millones de pesos, todo para saciar su insaciable apetito por las codiciadas tarjetas Pokémon.

Imaginen la escena: Gross, un empleado de rango medio en Des Moines, Iowa, sentado frente a su computadora, no trabajando, sino navegando por las páginas de venta de tarjetas, buscando la Charizard holográfica perfecta o quizás ese escurridizo Pikachu de primera edición. Click, click, click… y los dólares, que no eran suyos, volaban como si fueran confeti en un desfile Pokémon. 146 mil dólares, desaparecidos en un abrir y cerrar de ojos, transformados en un tesoro de cartulina brillante.

Durante un año, entre septiembre de 2021 y octubre de 2022, Gross tejió su red de engaños, creyendo que sus transacciones pasarían desapercibidas en la maraña de operaciones financieras de la empresa. Pero subestimó la perspicacia del FBI y del Departamento del Tesoro. Las inusuales y reiteradas compras relacionadas con juegos, especialmente tarjetas Pokémon, levantaron sospechas, como una señal de humo en un cielo despejado.

Las investigaciones, meticulosas y exhaustivas, siguieron el rastro del dinero, un camino pavimentado con Pikachus, Charmanders y Squirtles, hasta llegar al culpable: Mitch William Gross. La evidencia era irrefutable, las tarjetas, el testimonio, la confesión. El castillo de naipes, construido sobre una base de mentiras y codicia, se derrumbó.

Ahora, Gross no solo tendrá que conformarse con ver sus preciadas tarjetas a través de las rejas, sino que también deberá enfrentarse a tres años de libertad condicional vigilada. Un precio alto por una colección que, a la larga, no le trajo más que problemas. Un recordatorio de que la pasión, sin control, puede llevarnos por caminos oscuros.

Este caso nos deja con una pregunta en el aire: ¿cuál es el verdadero valor de una tarjeta Pokémon? ¿Vale la pena sacrificar la libertad, la reputación, el futuro, por un pedazo de cartulina, por muy raro y codiciado que sea? La respuesta, creemos, es obvia. La obsesión, como un Pokémon legendario difícil de capturar, puede ser una fuerza poderosa y destructiva. Y a veces, la mejor estrategia es simplemente dejarla ir.

Fuente: El Heraldo de México