
20 de agosto de 2025 a las 09:20
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La incertidumbre que ha rondado a los propietarios de palcos y plateas del Estadio Azteca, ahora Banorte, parece estar llegando a su fin. Recordemos el conflicto latente con la FIFA, encabezada por Gianni Infantino, y sus nuevas directrices para la organización de la Copa del Mundo. A diferencia de otros torneos, la FIFA asume el control total de los estadios sede, gestionando la venta de todos los asientos, desde los destinados a la afición general hasta los reservados para socios, patrocinadores y las propias selecciones nacionales. Esta política choca frontalmente con la realidad del Coloso de Santa Úrsula, donde existen títulos de propiedad de palcos y plateas con vigencia de hasta 99 años, garantizando el acceso a cualquier evento celebrado en el estadio durante ese período. La FIFA, sin embargo, no reconocía la validez de estos acuerdos, planteando la posibilidad de disponer libremente de estos espacios privilegiados.
La Asociación de Palcos y Plateas, con Roberto Ruano como vicepresidente, ha mantenido una lucha constante por los derechos de sus agremiados. Según Ruano, las negociaciones con la FIFA están a punto de culminar con un acuerdo satisfactorio. Félix Aguirre, director del Estadio Azteca, ha transmitido un mensaje de optimismo, solicitando la confianza de los propietarios y asegurando una resolución favorable. La propuesta que se perfila, y que se espera sea anunciada oficialmente en los primeros días de septiembre, implica que la administración del Azteca asuma el costo de los asientos de los palcos ante la FIFA, permitiendo así que los propietarios conserven sus derechos y disfruten del partido inaugural y los demás encuentros del Mundial. Estaremos atentos a la confirmación de esta "puerta de salida" que, de concretarse, significaría un triunfo para los propietarios y una demostración de la capacidad de negociación y búsqueda de soluciones en beneficio de todas las partes involucradas. Sin duda, un precedente importante para futuras justas mundialistas.
Por otro lado, un tema que no podemos ignorar y que nos exige una profunda reflexión es el de la diabetes mellitus en México. Las cifras del INEGI, dirigidas por Graciela Márquez, son alarmantes: 112,641 fallecimientos en 2024, un incremento del 2.3% respecto al año anterior. Esta enfermedad, que se ha convertido en una de las principales causas de muerte en nuestro país, nos obliga a cuestionar nuestros hábitos y a buscar soluciones efectivas.
Las declaraciones de David Kershenovich, titular de la Secretaría de Salud, desde la conferencia matutina, añaden otra capa de preocupación a este panorama. El consumo promedio de 166 litros de refresco al año por persona, equivalente a 15 cucharaditas de azúcar diarias, es una cifra impactante. Aún más preocupante es el dato de que siete de cada diez niños consumen refresco, incluso en el desayuno. Si bien entendemos la importancia económica de la industria refresquera, es imperativo priorizar la salud de la población. No se trata de demonizar a la industria, sino de promover un consumo responsable. La existencia de bebidas bajas en calorías dentro de su portafolio de productos es una oportunidad para impulsar un cambio de hábitos. La clave está en generar una mayor conciencia sobre los riesgos del consumo excesivo de azúcar y en fomentar alternativas más saludables. Es un reto compartido entre gobierno, industria y sociedad, donde la educación y la promoción de estilos de vida saludables son fundamentales para combatir esta creciente epidemia. La pregunta que queda en el aire es: ¿estamos dispuestos a tomar las decisiones necesarias para cambiar el rumbo de esta preocupante realidad?
Fuente: El Heraldo de México