La tragedia ha teñido de luto a la familia de Alma Elena Sánchez Marcelo, la joven de 30 años cuyo cuerpo fue encontrado emparedado en una obra en construcción de la colonia Narvarte, en la alcaldía Benito Juárez. El horror de su final ha conmocionado a todo México, dejando una estela de dolor e indignación que clama por justicia. Su despedida, en su natal Chiapas, se convirtió en un desgarrador testimonio del amor que la rodeaba y de la irreparable pérdida que su ausencia significa. Imaginen el desconsuelo de su madre, quien a través de redes sociales, con el corazón roto en mil pedazos, invitaba a familiares y amigos a darle el último adiós a su "niña", como cariñosamente la llamaba. Un último adiós marcado por la incredulidad, por la rabia contenida ante la brutalidad del feminicidio que le arrebató la vida. ¿Cómo puede una madre despedirse de su hija en tales circunstancias? ¿Qué palabras pueden expresar el abismo de dolor que semejante pérdida representa?

El caso de Alma Elena, lamentablemente, se suma a la larga lista de mujeres víctimas de violencia en nuestro país. Una realidad que nos golpea y nos obliga a reflexionar sobre la urgencia de construir una sociedad donde la vida de las mujeres sea valorada y protegida. La joven, madre de familia, había viajado a la Ciudad de México con la ilusión de un nuevo trabajo, una oportunidad para mejorar su vida y la de sus seres queridos. Compartía con su familia la alegría de esta nueva etapa, enviando videos y mensajes que hoy se han convertido en un doloroso recordatorio de lo que le fue arrebatado. ¿Quién podría imaginar que esa ilusión se transformaría en una pesadilla? ¿Qué oscuros designios se esconden tras los muros que la aprisionaron?

Las autoridades, a través de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, han iniciado las investigaciones correspondientes. El hallazgo del cuerpo, gracias al apoyo de un binomio canino que marcó el cemento fresco del muro, ha abierto una línea de investigación que apunta a Antonio "N", vigilante de la obra, como principal sospechoso. La justicia debe actuar con celeridad y contundencia, esclareciendo los hechos y castigando a los responsables. No podemos permitir que la impunidad se sume al dolor de la familia y de una sociedad que exige un alto a la violencia contra las mujeres.

La historia de Alma Elena nos conmueve, nos interpela y nos llama a la acción. No podemos permanecer indiferentes ante la tragedia. Debemos unir nuestras voces para exigir justicia, para construir un futuro donde ninguna mujer tenga que temer por su vida. El recuerdo de Alma Elena debe ser un impulso para la transformación, para la creación de un México donde la vida de las mujeres sea respetada y valorada. Su memoria debe ser una semilla de esperanza en la lucha contra la violencia de género. Que su caso no sea una estadística más, sino un llamado a la conciencia y a la acción. Un llamado a construir un país donde todas las mujeres puedan vivir libres y seguras.