
20 de agosto de 2025 a las 09:35
Impulsando el Bienestar Social
En un México ávido de transformaciones que impacten positivamente en la vida de sus ciudadanos, la propuesta del Diputado Federal Armando Samaniego sobre la Ley General de Infraestructura para el Bienestar surge como un faro de esperanza. No se trata simplemente de construir puentes, carreteras o hospitales, sino de cimentar un futuro donde el bienestar social sea la piedra angular de cada proyecto. Imaginemos comunidades rurales conectadas por caminos dignos, escuelas equipadas con tecnología de punta y hospitales con acceso a la medicina más avanzada, todo esto impulsado por una visión que prioriza el bien común sobre el lucro privado.
La iniciativa del Diputado Samaniego se distingue por su enfoque holístico, al abordar la infraestructura no como un fin en sí mismo, sino como un medio para alcanzar la justicia social y la equidad territorial. La creación de la Comisión de Infraestructura para el Bienestar, con su carácter interinstitucional y su mandato de transparencia, representa un avance crucial en la lucha contra la corrupción y la opacidad que por décadas ha lastrado el desarrollo de nuestro país. Este órgano colegiado, encargado de evaluar y supervisar cada proyecto, se erige como un garante de que los recursos públicos se destinen a obras que realmente beneficien a la población, especialmente a las comunidades más marginadas.
El Fondo de Infraestructura para el Bienestar, por su parte, se presenta como una herramienta innovadora para financiar proyectos en zonas rurales y urbanas con rezago histórico. A través de esquemas de donaciones, compartición de beneficios y apoyos solidarios, se busca impulsar el desarrollo local y generar un impacto positivo en la calidad de vida de quienes más lo necesitan. Este mecanismo, sin precedentes en nuestro país, tiene el potencial de transformar radicalmente la realidad de miles de mexicanos que por años han sido excluidos de los beneficios del progreso.
Sin embargo, el éxito de esta ambiciosa propuesta no está garantizado. La implementación efectiva de la Ley General de Infraestructura para el Bienestar requiere de un compromiso inquebrantable por parte de las instituciones encargadas de su ejecución. La fiscalización rigurosa, la participación ciudadana real y la rendición de cuentas son elementos indispensables para evitar que esta iniciativa se quede en buenas intenciones. Es fundamental que la sociedad civil se involucre activamente en el seguimiento y evaluación de los proyectos, para asegurar que se cumplan los objetivos de justicia social, sostenibilidad y desarrollo equitativo.
El contraste entre este nuevo modelo y las Asociaciones Público-Privadas (APPs) del pasado es evidente. Mientras que las APPs a menudo han sido sinónimo de opacidad y beneficio para unos pocos, la Ley General de Infraestructura para el Bienestar apuesta por la transparencia, la participación ciudadana y la rendición de cuentas. Se trata de un cambio de paradigma que busca colocar al ser humano en el centro de las políticas públicas, reconociendo su derecho a una vida digna y al acceso a servicios de calidad.
El futuro de México se construye hoy, y la Ley General de Infraestructura para el Bienestar representa una oportunidad única para sentar las bases de un desarrollo más justo, equitativo y sostenible. Es responsabilidad de todos, gobierno y sociedad civil, trabajar unidos para que esta iniciativa se convierta en una realidad que transforme la vida de millones de mexicanos. El reto es grande, pero la recompensa, un México más próspero e incluyente, bien vale la pena el esfuerzo.
Fuente: El Heraldo de México