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20 de agosto de 2025 a las 16:40
El futuro incierto de la albañilería
La construcción en España se encuentra en una encrucijada. La imagen del albañil, curtido por el sol y el esfuerzo, se desvanece lentamente, reemplazada por una preocupante pregunta: ¿quién construirá el futuro? Si bien un salario de 1.300 a 1.400 euros mensuales puede parecer atractivo, especialmente en comparación con los 400 euros que un trabajador como Albino, nuestro albañil boliviano, percibía en su país de origen, la realidad del oficio es mucho más compleja. No se trata solo de números, sino del precio que se paga en desgaste físico, un precio que muchos jóvenes españoles no están dispuestos a asumir.
Albino, con seis años de experiencia en España, lo resume con una franqueza conmovedora: “Aquí gano 1.300 euros, pero me dejo la espalda”. Esta frase, corta pero contundente, encapsula el dilema del sector. Mientras los veteranos, con sus cuerpos marcados por el trabajo duro, continúan levantando los cimientos de nuestras ciudades, la nueva generación busca alternativas menos exigentes físicamente, incluso si la remuneración es similar. La comodidad, la posibilidad de una vida menos sacrificada, se impone a la tradicional estabilidad que ofrecía el sector.
El testimonio de Albino nos revela una dependencia preocupante: “Muchos jóvenes españoles no quieren trabajar en esto… Siempre viene gente de fuera, porque si no, no habría suficientes albañiles”. La inmigración se convierte, así, en un pilar fundamental, un soporte vital para un sector que, sin ella, se enfrentaría a un colapso inminente. ¿Qué sucederá cuando este flujo migratorio disminuya? ¿Estamos preparados para afrontar las consecuencias de un sector sin relevo generacional?
La problemática se agrava al considerar la desconexión entre los salarios de los obreros y el coste real de la vivienda. “Solo el solar cuesta 200.000 euros, y una obra… puede irse a entre 400.000 y 500.000 euros”, explica Albino. A pesar de los salarios relativamente altos para empleos de baja cualificación, la posibilidad de acceder a una vivienda propia se antoja una quimera para muchos trabajadores de la construcción. Esta paradoja, ganar lo suficiente para vivir pero no lo suficiente para construir un futuro, añade otra capa de complejidad al problema.
La vocación, ese motor que impulsa a muchos a continuar a pesar de las dificultades, se convierte en un último bastión de resistencia. “Me gusta mi trabajo… pero si no se valora […] la construcción en España se quedará sin manos expertas”, advierte Albino. Su voz, cargada de experiencia y preocupación, es un llamado a la reflexión. Necesitamos repensar el valor del trabajo manual, la importancia de quienes, con sus propias manos, dan forma a nuestro entorno.
El futuro del sector de la construcción en España no depende únicamente de los salarios. Se trata de un desafío multifacético que requiere soluciones innovadoras. Debemos fomentar el interés de los jóvenes, mejorar las condiciones laborales, reconocer el valor del trabajo manual y buscar alternativas que permitan conciliar la vida laboral con el bienestar físico. El tiempo apremia y la construcción, un sector clave para la economía española, se encuentra en un punto de inflexión. Es hora de actuar.
Fuente: El Heraldo de México