
20 de agosto de 2025 a las 09:35
Domina el arte de las embajadas
El juego de ajedrez político continúa, y las piezas se mueven con una precisión casi quirúrgica, aunque no siempre con la transparencia deseada. A casi un año del inicio de la nueva administración, la promesa de un empleo decoroso para todos, bandera ondeada con vigor durante la campaña, parece haberse desdibujado para algunos. Se habla en los corrillos del poder de compromisos adquiridos, de lealtades que exigen ser recompensadas, de figuras que, si bien no brillan por su mérito, conviene mantener dentro del redil. Un delicado equilibrio entre la necesidad política y la idoneidad, una cuerda floja sobre la que la administración actual se balancea con cautela.
Y en este escenario, las embajadas, esos puestos tradicionalmente reservados para diplomáticos de carrera, se han convertido en comodines, en fichas de intercambio para saldar deudas políticas. No se trata, en muchos casos, de perfiles idóneos para la delicada tarea de representar a México en el exterior, sino de acomodar piezas en el tablero, de contentar a aquellos cuyas voces podrían volverse disonantes si se les dejara fuera del banquete. Se susurra que las embajadas sirven no solo para premiar lealtades, sino también para orquestar salidas estratégicas, para retirar con elegancia a figuras incómodas o cuyo ciclo ha llegado a su fin. Una especie de dorado retiro, un premio de consolación envuelto en el prestigio de la diplomacia.
Este uso pragmático de las embajadas, sin embargo, plantea interrogantes. ¿Qué implicaciones tiene para la imagen de México en el exterior la designación de embajadores sin la experiencia ni la formación necesarias? ¿Se prioriza la política interna por encima de la representación internacional? ¿Y qué mensaje se envía a los diplomáticos de carrera, a aquellos que han dedicado años de estudio y esfuerzo a labrar una trayectoria en el servicio exterior?
La demanda, al parecer, supera la oferta. Incluso dentro de este peculiar sistema de recompensas, existen jerarquías, preferencias. No todos los destinos son iguales, y no todos los aspirantes se conforman con cualquier plaza. Se dice que algunos exigen Europa, mientras que otros, con menos poder de negociación, podrían aceptar Sudamérica como premio de consolación. Centroamérica, al parecer, no figura en la lista de deseos de muchos. Este mercado interno de embajadas, con sus propias reglas y sus propias cotizaciones, refleja la complejidad del escenario político actual.
Las próximas designaciones, según las fuentes que pululan en los pasillos del poder, prometen ser aún más sorprendentes. Se esperan nombres inesperados, perfiles que desafiarán la lógica y que confirmarán, una vez más, que en la política mexicana la realidad a menudo supera la ficción. Habrá que estar atentos, observar con lupa los movimientos de las piezas en este tablero donde las embajadas se han convertido en moneda de cambio, en un recurso valioso para mantener la paz interna y, al mismo tiempo, un reflejo de las tensiones y las negociaciones que se tejen tras bambalinas. El tiempo, como siempre, dirá la última palabra y revelará las verdaderas intenciones detrás de cada nombramiento.
Fuente: El Heraldo de México