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20 de agosto de 2025 a las 21:35

Azúcar en refrescos: ¿Cuánto consumes al año?

La sombra azucarada que se cierne sobre México se ha vuelto a poner de manifiesto. Las cifras, presentadas en "Las Mañaneras del Pueblo", son contundentes y pintan un panorama preocupante: 166 litros de refresco al año por persona, un torrente de dulzor que nos coloca en la cima del consumo mundial. Imaginemos la montaña de envases vacíos, la cascada de azúcar que inunda nuestros organismos. 15 cucharaditas por cada botella de 600 ml, una dosis impactante que se traduce en más de 4,000 cucharaditas al año por cada mexicano. Un dato que nos obliga a detenernos y reflexionar sobre las consecuencias de este hábito tan arraigado.

La preocupación se agudiza al observar que los más jóvenes son los principales consumidores. Siete de cada diez niños y adolescentes beben al menos un refresco al día, una estadística alarmante que explica el aumento de sobrepeso y obesidad en este sector de la población. Cuatro de cada diez infantes y jóvenes luchan contra estas condiciones, un lastre que puede marcar su salud para el resto de sus vidas. ¿Qué futuro les espera si desde temprana edad se ven atrapados en las garras de la adicción al azúcar?

Las consecuencias no se limitan al sobrepeso y la obesidad. La Secretaría de Salud ha lanzado una advertencia clara: uno de cada tres nuevos casos de diabetes y uno de cada siete de enfermedades cardiovasculares están directamente relacionados con el consumo de bebidas azucaradas. Las cifras del INEGI, frías e implacables, nos recuerdan el costo humano de esta epidemia silenciosa: más de 192 mil muertes por enfermedades cardiovasculares y más de 112 mil por diabetes solo en 2024. Detrás de cada número hay una historia, una familia rota, un futuro truncado.

El daño se extiende a otros órganos vitales. El consumo excesivo de refrescos puede provocar daño renal crónico, hígado graso, cirrosis no alcohólica, e incluso altera la delicada microbiota intestinal, ese ecosistema interno que juega un papel crucial en nuestra salud. Y la falsa promesa de los refrescos "light" o "cero" se desvanece ante la evidencia de un mayor riesgo de infartos y hemorragias cerebrales. La alternativa "saludable" se revela como otra cara de la misma moneda, un engaño que nos mantiene atrapados en el ciclo del consumo.

El llamado a la acción del Dr. Kershenobich resuena con urgencia. No se trata solo de reducir el consumo, se trata de cambiar nuestra mentalidad, de construir un futuro más saludable para las familias mexicanas. La prevención es la clave, una herramienta poderosa que debe inculcarse desde la infancia y mantenerse a lo largo de toda la vida. Debemos romper el ciclo, educar a las nuevas generaciones y ofrecer alternativas que nos permitan disfrutar de la vida sin comprometer nuestra salud. El camino no será fácil, pero la recompensa, una vida plena y saludable, bien vale la pena el esfuerzo. Es hora de tomar las riendas de nuestra salud y decirle adiós a la sombra azucarada.

Fuente: El Heraldo de México