
20 de agosto de 2025 a las 09:35
Adiós a Zaldívar: ¿Y ahora qué?
Un adiós entre aplausos y silencios. Así se despide la Suprema Corte de Justicia de la Nación que conocimos, una despedida cargada de simbolismo y contrastes que deja al descubierto las profundas divisiones y expectativas que rodean la transición hacia una nueva era judicial en México. La emotiva escena de los trabajadores judiciales formando un pasillo humano, entre vítores para ministros como Laynez Potisek y Ríos Farjat, y el silencio que recibió Lenia Batres Guadarrama, futura integrante de la Corte, dibuja un panorama complejo. Es un reflejo palpable de la polarización que vive el país y que, inevitablemente, permea hasta las más altas esferas de la justicia.
La figura de Norma Piña, quien deja la presidencia entre reconocimientos y críticas, se erige como un símbolo de esta etapa que termina. Su defensa de la independencia judicial en momentos cruciales contrasta con una Corte que hereda a sus sucesores una profunda división y una larga lista de pendientes. La sombra de las presiones políticas y un Poder Judicial en el centro del debate público añaden complejidad a este escenario de transición.
La paradoja de la austeridad. Mientras el discurso oficial pregona renovación y austeridad, la aprobación de un presupuesto millonario, con jugosos sueldos y prestaciones para los ministros, genera una profunda incongruencia que siembra dudas sobre la verdadera naturaleza del cambio prometido. ¿Es esta la renovación que México necesita? ¿O se trata simplemente de un cambio de rostros que perpetúa los privilegios de una élite judicial?
La nueva configuración de la Corte, con 9 ministros, la eliminación de las salas y la rotación en la presidencia, plantea interrogantes cruciales sobre su futuro. Si bien la narrativa oficial habla de democratización y transparencia, las voces de expertos advierten sobre el riesgo de una mayor concentración de poder en el Ejecutivo y una merma en la autonomía judicial. El reto para la nueva Corte es enorme: demostrar que la elección popular de ministros no se traduce en una mayor vulnerabilidad a las presiones políticas.
La permanencia de tres ministras de la anterior composición añade otra capa de complejidad a este panorama. Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz Ahlf y Lenia Batres, serán testigos y protagonistas de esta transición, llevando consigo la memoria institucional y las tensiones del pasado. Su papel será crucial en la construcción de la nueva identidad de la Corte.
La llegada de Hugo Aguilar Ortiz a la presidencia, con su discurso de "hacer mucho con poco" y de "puertas abiertas", representa la esperanza de una mayor representatividad y pluralismo, especialmente como el primer ministro de origen indígena. Sin embargo, la gran pregunta que flota en el aire es si esta apertura podrá resistir las ineludibles presiones políticas. El desafío es titánico: ¿Logrará la nueva Corte escribir su propia historia de independencia o terminará firmando su sometimiento?
El 1 de septiembre marca el inicio de una nueva era en la justicia mexicana. Los aplausos y los silencios que marcaron la despedida de la anterior Corte resuenan como un recordatorio de las altas expectativas y los profundos desafíos que enfrenta la nueva configuración. La sociedad, como último garante de la justicia, será la encargada de emitir la sentencia final sobre el rumbo que tomará el Poder Judicial en este nuevo capítulo de la historia de México.
Fuente: El Heraldo de México