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20 de agosto de 2025 a las 07:40

Adiós a una era en la SCJN: ¿Qué sigue?

Un cambio de época se respira en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Tras la última sesión pública, marcada por la emotividad y el reconocimiento a la labor realizada, se abre un nuevo capítulo en la historia de la justicia mexicana. La ministra presidenta saliente, Norma Piña Hernández, deja un legado imborrable, destacando la importancia de la Constitución como brújula moral y la integridad como pilar fundamental en el ejercicio de la justicia. Su próximo informe de gestión, sin duda, ofrecerá un panorama completo de los logros y desafíos enfrentados durante su periodo al frente del máximo tribunal del país. Este cambio de guardia coincide con un momento crucial en la vida pública mexicana, representando la culminación de un ciclo de más de tres décadas y el inicio de una nueva era.

La participación de la ministra Margarita Ríos Farjat en el programa "A Fuego Lento" de Heraldo Radio, arroja luz sobre las complejidades de esta transición. Sus palabras, cargadas de experiencia y reflexión, nos invitan a analizar la situación con una mirada crítica y constructiva. La distinción entre la Suprema Corte y el Poder Judicial, muchas veces pasada por alto, cobra relevancia en su discurso. Recordar que la carrera judicial se construye día a día en los tribunales, con el trabajo incansable de jueces y magistrados, es fundamental para comprender la magnitud del sistema de justicia. Ríos Farjat no elude las críticas, reconociendo que siempre existen áreas de oportunidad en cualquier institución. Sin embargo, se muestra cautelosa ante la idea de que las reformas se justifiquen únicamente en percepciones negativas, abogando por un análisis profundo y objetivo de la situación. En cuanto al nepotismo, invita a la prudencia, diferenciando entre la existencia de coincidencias familiares en las vocaciones profesionales y el favoritismo indebido. Defiende con firmeza los procesos de selección del Consejo de la Judicatura, destacando la rigurosidad de los exámenes y los mecanismos implementados para minimizar cualquier sesgo.

Uno de los puntos más relevantes de su intervención es la defensa del legado del Poder Judicial en los últimos años. Ríos Farjat resalta la contribución a la consolidación de los derechos humanos, la libertad de expresión y el acceso a la justicia, elementos esenciales para una sociedad democrática y justa. Habla de la construcción de un "piso firme de derechos", una base sólida que ha protegido a la sociedad mexicana en momentos cruciales. Su preocupación por el impacto de la Reforma Judicial es palpable. Considera que la sustitución de titulares y la desaparición de las salas de la Corte fueron medidas drásticas, cuestionando la necesidad de transformar las instituciones para lograr un cambio de liderazgo. La profesionalización, en su opinión, es la clave para un mejor acceso a la justicia, no la reestructuración radical del sistema. La propuesta de jueces electos, si bien interesante, genera dudas en su aplicación a casos complejos. Sugiere que una implementación gradual, comenzando por instancias locales y con menor impacto, hubiera sido una estrategia más prudente.

La visión de Giovanni Figueroa Mejía, ministro electo de la SCJN, complementa el panorama. Su énfasis en la elección ciudadana de los integrantes de la Suprema Corte como un cambio profundo, marca un hito en la historia del Poder Judicial. La independencia del Ejecutivo y el Legislativo en este proceso, consagrada en la reforma constitucional del año pasado, es un paso fundamental hacia una justicia más autónoma e imparcial. Figueroa plantea nuevas exigencias para los miembros de la Corte: un profundo conocimiento de los derechos humanos y una sensibilidad social que permita una justicia más cercana a la realidad de las personas, especialmente de los grupos más vulnerables. Rechaza categóricamente cualquier insinuación de influencia política en su nombramiento, reafirmando la independencia de la Suprema Corte y la importancia de la colaboración, no la sumisión, entre los poderes del Estado. Su compromiso con el equilibrio democrático y la división de poderes es claro y contundente.

Entre sus propuestas, destacan las sesiones itinerantes en diferentes entidades federativas, una iniciativa que busca acercar la justicia a la ciudadanía, y la implementación de un lenguaje jurídico más accesible en las sentencias. La idea de una justicia comprensible para todos, no solo para los expertos en derecho, es un paso crucial para una sociedad más informada y participativa. Finalmente, Figueroa reconoce el desafío que representa el rezago judicial, con miles de expedientes pendientes. Su compromiso con la reorganización y el eficiente funcionamiento de la Suprema Corte es una señal alentadora para un sistema de justicia que busca estar a la altura de las demandas de la sociedad mexicana. En definitiva, se inicia una nueva etapa en la Suprema Corte, llena de retos y oportunidades. El diálogo, la reflexión y la búsqueda de consensos serán fundamentales para construir un sistema judicial más justo, eficiente y cercano a la ciudadanía.

Fuente: El Heraldo de México