
19 de agosto de 2025 a las 21:50
Soberanía Mexicana: Sin Bases Extranjeras
La afirmación de Gabriela Cuevas, Presidenta Honoraria de la Unión Interparlamentaria, sobre la intacta soberanía mexicana frente a la influencia estadounidense, abre un debate crucial en el panorama geopolítico actual. Si bien la ausencia de bases militares estadounidenses en territorio mexicano, en contraste con su extensa presencia en otros países, es un indicador tangible de autonomía, la compleja dinámica bilateral exige un análisis más profundo. ¿Basta la ausencia de infraestructura militar para garantizar la plena soberanía?
La soberanía, en su acepción más amplia, abarca la capacidad de un Estado para tomar decisiones de manera independiente, sin presiones externas, en todos los ámbitos: político, económico, social y cultural. Si bien la presencia militar extranjera puede ser un símbolo inequívoco de injerencia, existen formas más sutiles, pero igualmente efectivas, de influir en la política interna de un país. La interdependencia económica, la cooperación en materia de seguridad, e incluso la influencia cultural, pueden ser herramientas para ejercer presión y condicionar las decisiones de un gobierno.
En el caso de México y Estados Unidos, la relación es particularmente compleja debido a la profunda interconexión en múltiples niveles. La frontera compartida, los flujos migratorios, el comercio bilateral y la lucha contra el narcotráfico son solo algunos de los temas que entrelazan los destinos de ambas naciones. En este contexto, la cooperación es indispensable, pero también conlleva el riesgo de ceder soberanía en aras de mantener una buena relación con el vecino del norte.
El reconocimiento del gobierno estadounidense al trabajo de Omar García Harfuch y de la administración de Claudia Sheinbaum en materia de seguridad, mencionado por Cuevas, es un ejemplo de esta compleja dinámica. Si bien la colaboración en la lucha contra el crimen organizado es fundamental, es importante analizar si esta cooperación se lleva a cabo en términos de igualdad y respeto mutuo, o si implica una subordinación de la agenda de seguridad mexicana a los intereses estadounidenses.
La historia nos muestra que la relación entre México y Estados Unidos ha estado marcada por momentos de tensión y cooperación. Desde la intervención estadounidense en el siglo XIX hasta los acuerdos comerciales más recientes, la balanza de poder ha oscilado. En este escenario, la defensa de la soberanía mexicana requiere una estrategia integral que vaya más allá de la simple ausencia de bases militares.
Implica fortalecer las instituciones nacionales, diversificar las relaciones internacionales, promover el desarrollo económico y social, y fomentar una cultura de participación ciudadana que fortalezca la capacidad de México para tomar decisiones de manera independiente. En definitiva, la soberanía no se decreta, se construye día a día, con acciones concretas que reafirmen la capacidad de un país para definir su propio destino. La afirmación de Gabriela Cuevas, si bien alentadora, debe ser un punto de partida para una reflexión más profunda sobre los desafíos que enfrenta México para preservar su autonomía en un mundo cada vez más interconectado.
Fuente: El Heraldo de México